Algunas posibles claves para entender el conflicto entre Rusia y Ucrania En el contexto de la globalización

Ana Lopater BlancoVivimos en un mundo donde la revolución tecnológica ha multiplicado de manera inimaginable hasta hace pocos años, las posibilidades de comunicarnos y de informarnos, pero el bombardeo de información y los juicios valorativos de los hechos que ocurren en diferentes partes del mundo, no siempre son fáciles de interpretar.
 
Las grandes cadenas internacionales de información suelen responder a determinados intereses y no podemos además focalizarnos solo en un hecho concreto, sin relacionarlo con el contexto global y los juegos de poderes locales e internacionales que inciden en determinado conflicto, así como de los procesos anteriores a su desencadenamiento.
Intentaré ubicar la guerra de Rusia contra Ucrania, que concentra hoy la atención del mundo entero, en esa perspectiva, señalando desde ya que toda guerra iniciada por un país hacia otro, que afecta a poblaciones civiles, no tiene ninguna fundamentación que la sustente, aunque esas fundamentaciones, más allá de su valoración, contribuyan a entender los intereses que se mueven detrás de ellas, como se analizará.
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Vivimos en un mundo globalizado, en el cual el capitalismo occidental se ha extendido a todo el mundo, los regímenes que intentaron aplicando las ideas marxistas, llevar adelante otro modelo económico y social, como la Unión Soviética han fracasado. China emerge hoy como una gran potencia y aunque siga teniendo un gobierno que se denomina comunista, se ha transformado en un territorio apetecido por las grandes empresas multinacionales, que se aseguran un enorme e mercado interno y una mano de obra disciplinada y capacitada.
 
En la base de la globalización está ante todo la globalización económica, que impone la premisa de producir siempre más, sin importar las consecuencias para las economías locales o para el eco-sistema.
La transnacionalización de las grandes corporaciones empresariales, es un hecho de capital importancia. Ha sido posible gracias a las posibilidades que brindan hoy las tecnologías de operar en tiempo real desde cualquier parte del mundo a otra, debilitando la soberanía económica de los estados. Hasta las grandes potencias procuran hoy atraer inversiones, la fuga de capitales y empresas trasnacionales a China, permitió a Donald Trump durante su campaña electoral mostrarse como el defensor de las fuentes de trabajo para los trabajadores norteamericanos y explica también en buena medida la rivalidad entre China y Estados Unidos.
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El producir siempre más necesita de un mercado global siempre demandante de más consumo y eso se manifiesta en una política de promoción de una cultura del consumo que se difunde por las múltiples formas y modalidades de comunicación que hoy existen. Se traduce en que muchas personas en todo el mundo se sientan consumidores antes que ciudadanos y que la libertad se confunda con tener a disposición la mayor diversidad de ofertas para poder elegir y consumir no importa qué, incluso lo ilegal y prohibido, eso explica el crecimiento del narco tráfico, cuyas enormes ganancias vuelven en muchos casos “legalizadas” a contribuir con el capitalismo globalizado y las grandes empresas.
 
Ese espíritu de impaciencia consumista junto con la inseguridad estructural que se ha instalado en estos tiempos de cambios civilizatorios, en los cuales no sabemos hacia dónde vamos, explica el individualismo exacerbado que suele predominar y el temor permanente de perder la posición que se ocupa, especialmente en el mercado laboral. La inseguridad no opera solo a nivel de las personas , sino también a nivel de los estados y principalmente entre las grandes potencias, por la atracción de inversiones, por zonas de influencia, control de las fuentes de productos importantes para la producción y mercados.
La antigua Unión Soviética, que partió en sus orígenes de una economía con escasa industrialización y todavía con rasgos feudales, heredada del Imperio zarista, logró transformar su estructura agropecuaria e industrializarse, durante el período stalinista con una política a sangre y fuego, transformando en satélites económicos a las llamadas democracias populares, surgidas en los territorios ocupados por el ejército soviético durante la Segunda Guerra Mundial.
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China tuvo un proceso similar, empleando muchas veces la fuerza para mantener a las tierras del Imperio Chino, bajo el nuevo régimen comunista, y también para asegurarse zonas de influencia´.
Tanto China como la Federación Rusa, operan en el mercado global, compitiendo por zonas de influencia que tradicionalmente estaban bajo la órbita de Estados Unidos o de Europa Occidental. También compitiendo por atraer a sus territorios a las grandes corporaciones internacionales, en lo cual sobre todo China, que comenzó con el otorgamiento de zonas especiales para la instalación de esas empresas a fines de los ochenta del siglo pasado, ha tenido mucho éxito.
He intentado una apretada síntesis de aspectos de este contexto globalizado en el cual se inserta el conflicto ruso ucraniano, en el que la guerra iniciada por Rusia tiene antecedentes y es necesario ver sintéticamente algunos aspectos de la historia reciente de cada uno, así como del relacionamiento entre ambos países.
La actual Federación Rusa, a partir de la caída de la Unión Soviética ha pasado por agudas crisis económicas en la transición de una economía muy centralizada, donde la propiedad de los medios de producción estaba en manos del estado a una economía capitalista, donde esos medios están mayoritariamente en la órbita privada y el estado conserva solo algunos rubros estratégicos. También por crisis políticas y guerras civiles provocadas por la política centralista de mantener el antiguo territorio soviético, desde el gobierno de Moscú y las tendencias separatistas en un enorme territorio multiétnico y multicultural y en cual se manifiestan distintas identidades nacionales.
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El gobierno de la Federación Rusa, establecido por la Constitución de 1993 y modificado luego en 2008, establece un régimen que teóricamente sería democrático y semi presidencialista. El Presidente de la Federación es electo por voto directo de la ciudadanía, lo mismo que una de las Cámaras del Poder Legislativo, la Duma. Existe también una Cámara Alta que se integra por representación de las distintas repúblicas de la Federación, que se elige de manera proporcional al número de habitantes de cada república que la constituye.
La larga duración de los períodos de gobierno, de seis años y la posibilidad de reelección inmediata al término de ese mandato, así como la posibilidad de volver a ser electo, después de un período sin estar en el gobierno, facilita la concentración de poder en quien pueda perpetuarse en el gobierno por tanto tiempo. El presidente tiene facultades muy importantes para el nombramiento de otros cargos claves del gobierno y en la política exterior.
 
Además de la forma de gobierno legalmente establecida, está la manera de ejercerlo y aquí entra en juego la consideración del gobierno de Putin.
Putin, antiguo director de la KGB en el período soviético, fue también ministro del primer gobierno de transición después de la caída de la Unión soviética, el de Yeltsin, que fue un período particularmente represivo. Accede por primera vez al gobierno en 1999, como candidato independiente, cumpliendo su período en 2008.Vuelve otra vez a la presidencia en 2012 y es relecto nuevamente en 2018, lo que le permitirá permanecer hasta en 2024.
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Desde 2012 Putin tiene el apoyo del partido Rusia Unida, un partido conservador y con un fuerte componente ideológico nacionalista, que tiene mayoría absoluta en la Duma, que según la Constitución sería la que podría vetar la política del Ejecutivo.
Bajo su prolongado mandato Putin ha logrado la recuperación económica de Rusia, superando el endeudamiento existente, especialmente con el FMI. Según datos de la ONU, Rusia era en 2020 la octava potencia mundial por su PBI que se ubicaba en el promedio de más de 8.000 euros por habitante. Sin embargo, como ocurre siempre con los promedios, nada nos dicen de la distribución de esa riqueza, Rusia tiene hoy algunos ciudadanos que se cuentan entre los más ricos del mundo, pero también niveles de pobreza difíciles de determinar porque las fuentes de información ofrecen datos diferentes y   un crecimiento desigual entre las distintas regiones, de este inmenso país que es el más extenso territorialmente del mundo. La parte más desarrollada es la europea. Esa misma extensión y diversidad territorial le proporciona recursos muy requeridos por el mercado mundial, tales como petróleo, gas, diversidad de minerales e incluso oro y diamantes. Es además el segundo productor de armas a nivel mundial después de Estados Unidos.
 
 Europa occidental depende mucho del gas ruso y Estados Unidos hasta el estallido de la guerra compraba petróleo ruso. Esa dependencia del mercado global de algunos rubros de la producción rusa, le da a Putin capacidad de presión y hace que las consecuencias económicas de la guerra se empiecen a sentir ya en el mercado mundial.
El capitalismo occidental puede a su vez bloquearlo desde el punto de vista financiero y cerrándole mercados y en esos términos está establecida la pulseada en este conflicto local, que es mucho más que militar y mucho más que local por las implicancias globales que ya se hacen sentir.
Con respecto a Ucrania la violencia desde Rusia y la guerra civil lleva más de ocho años. Es un país dividido entre el este rusófilo y el oeste pro occidental y que es el escenario del juego de las grandes potencias. La OTAN ha incorporado a estados que antes estaban bajo la órbita soviética, como Estonia, Lituania y Letonia y es muy importante para esa alianza militar de potencias occidentales, tener como zona de influencia a Ucrania, como forma de frenar la expansión rusa. Para Rusia también es muy importante la incorporación o por lo menos la neutralidad de Ucrania, como escudo frente al crecimiento de la OTAN. Podríamos decir que para las grandes potencias Ucrania cumple el rol de un estado tapón, que puede asegurar cierto equilibrio entre esos poderes o contribuir a desequilibrarlo. Por supuesto que esto no tiene que coincidir necesariamente con los intereses de los ucranianos, pero sus propias divisiones internas ya mencionadas y que tienen orígenes en su historia favorece el juego de influencias externas, aunque nunca podrían justificar la guerra, como no se pueden justificar ninguna de las guerras e intervenciones protagonizadas por distintas potencias en defensa de sus propios intereses expansionistas. En ese plano probablemente Estados Unidos tenga el record en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero también podríamos tener ejemplos de potencias europeas en todo el proceso de descolonización en África y Asia, sin olvidar las invasiones de la Unión Soviética a Hungría y Checoeslovaquia, por mencionar las que fueron más impactantes.
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Volvamos ahora a la política llevada a cabo por los distintos gobiernos de Ucrania que ha fluctuado entre acercamientos a la Unión Europea y a la OTAN o políticas pro rusas. En noviembre del 2013 el presidente Yanukovich decidió no firmar un acuerdo político comercial con la Unión Europea. Eso provocó la caída de este presidente pro ruso a lo que Rusia respondió en 2014 con la invasión de los ejércitos rusos a la península de Crimea, que hasta ese momento formaba parte del territorio ucraniano y también con guerras civiles que sumieron al País en la violencia.
 
En 1919 es electo el actual presidente Zelensky, de origen judío y ruso parlante, no provenía al acceder al gobierno de una trayectoria política anterior, sino del mundo de la actuación televisiva, en la cual protagonizó un serial asumiendo el papel de presidente de Ucrania, lo que le dio gran popularidad. Su campaña electoral se centró sobre todo en la promesa de combatir la corrupción imperante y fue financiada por grandes capitales provenientes de la industria de producción televisiva.
 
Se ha manifestado como un defensor de la soberanía de Ucrania como nación, estableciendo el ucraniano como primera lengua y buscando un acercamiento con la Unión Europea y la OTAN, esto no conformó a los sectores de origen ruso que existen en Ucrania, especialmente en la región de Donbass y por supuesto tampoco a Putin, que ha reconocido y apoyado los reclamos separatistas de los territorios de Donetsk y Lugausk, a proclamarse repúblicas independientes que aspiran a integrarse a la Federación Rusa.
Parecería que Zelensky tampoco ha tenido mucho éxito en el combate a la corrupción y su gobierno se ha caracterizado por muchos cambios ministeriales. La guerra que sufre hoy Ucrania de parte de Rusia, parece haberlo potenciado como líder de la resistencia que defiende el derecho de Ucrania a existir como nación y estado soberano.
No voy a entrar en el detalle de las víctimas civiles que aumentan cada día, aunque las cifras son diferentes según las fuentes, pero los muertos civiles ya suman miles. Según datos de la ONU del 15 de marzo de 2022 los desplazados por la guerra suman ya tres millones, UNICEF denuncia el ataque a por lo menos veinticuatro centros de atención sanitaria. 
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 En las últimas horas fuentes rusas denuncian ataques ucranianos a civiles en los territorios separatistas de Donetsk y Lugausk, lo que ser cierto también sería condenable. De todas formas, parece quedar claro que, para Putin, los crímenes de guerra son siempre los que cometen otros y no los que lleva a cabo la actual política militar rusa.
Entiendo relevante analizar los discursos de Putin que pretenden fundamentar la invasión a Ucrania para contrastarlos con la información que tenemos de esas realidades a las que hace referencia y también para tratar de aproximarnos a sus intenciones no solamente en relación con Ucrania, sino en las interrogantes que nos plantea en cuanto a sus proyecciones futuras.
Es muy conocido y comentado su discurso de febrero de 2022, que en mi opinión tiene un antecedente en el que pronunció el 7 de febrero de 2007 en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Ha sido considerado como un primer hito de enfrentamiento declarado con relación a la OTAN a la cual critica por su expansión al incorporar a ex repúblicas soviéticas y también señala por perjuicios de un mundo unipolar regido sobre todo por los intereses de Estados Unidos, que recordemos estaba en esos momentos bajo el gobierno de Bush, que pretendía que Estados Unidos ejerciera una especie de policía mundial. Estas últimas señalaciones de Putin son por tanto atendibles, pero ahí aparece con fuerza el tema de una política independiente de Rusia y asociada a su seguridad, que se torna clave en el análisis del segundo discurso mencionado.
Para analizar algunos aspectos de ese reciente discurso, nos basamos en la traducción que aparece en la cadena RT, que responde a la línea política rusa.
 
En primer lugar, en su justificación a la invasión de Ucrania por tropas rusas, Putin señala la unidad cultural entre el pueblo ucraniano y el ruso y negando elementos que puedan indicar una identidad nacional de Ucrania. Según afirma Ucrania sería un invento de Lenin y un error su reconocimiento como república .A mi entender esta afirmación no se condice con lo que podemos saber de la historia de ese pueblo, cuyos orígenes se remontan al siglo VI, cuando dos tribus eslavas, los rutenos y los rus, se instalan en las llanuras  occidentales de lo que después fue el Imperio de los Zares y posteriormente la Unión Soviética .Los rutenos son el antecedente de los ucranianos, Ucrania tiene un nombre histórico que es Rutenia. Los rus son el antecedente histórico de los rusos. Ambos pueblos tuvieron un relacionamiento que fue a veces de enfrentamiento por territorios y otras veces se unieron frente a dominadores poderosos. Fueron dominados por los polacos y por los turcos. Cabe señalar que Ucrania, al ocupar la parte más accidental y europea, sufrió mucho más la influencia del Imperio Bizantino. En el siglo XVII Ucrania llegó a funcionar como un estado independiente muy bien organizado hasta que posteriormente cayó bajo la dominación rusa. Bajo la conducción de algunos zares expansionistas Rusia se convirtió en un gran Imperio, que no solo incorporó territorios europeos sino también asiáticos, que heredó y aumentó Unión Soviética y que constituye la base del territorio ruso actual. Creo que no puede negarse que a la luz de su historia, ucranianos y rusos tienen elementos étnicos y culturales comunes, pero también diferencias que se expresan entre otras cosas en una lengua diferente. Es cierto que incorporada a la Unión Soviética Ucrania fue sometida un proceso de rusificación compulsivo en la época de Stalin, como tantos otros pueblos que integraron ese Estado, pero lo que se impone por la fuerza, hace recrudecer muchas veces los sentimientos nacionalistas, sobre todo cuando el poder que se impuso desaparece, como ocurrió con la caída de la Unión Soviética.
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Es muy cuestionable por la tanto la negación de elementos identitarios nacionales propios de Ucrania como afirma Putin, también ha dicho en declaraciones posteriores que pretende desnacionalizar a Ucrania, tal vez no comprende que una invasión y una guerra refuerza en la población la defensa de lo que consideren su nación.
El otro eje central del discurso de Putin es su afirmación de que respeta la soberanía de todos los pueblos siempre que no hagan peligrar la seguridad rusa. Quien establece lo que puede significar un peligro para dicha seguridad es el propio gobierno ruso y abre una interrogante sobre cuál es el límite de anexiones o zonas de influencia que según Putin necesita Rusia para considerar que su seguridad está garantizada. De hecho, en posteriores declaraciones ya ha cuestionado la independencia de las repúblicas bálticas o por lo menos, su derecho a estar en la OTAN.
 
En el resto del discurso Putin procura desacreditar al gobierno de Zelenky, por la corrupción existente en Ucrania, a lo que habría que acotar que Rusia tampoco está libre de este flagelo y califica a la ideología de ese gobernante de neo nazi, aunque habría que ver también como puede calificarse el fuerte nacionalismo ruso y la política represiva que se lleva a cabo contra cualquier manifestación de protesta, que en estos días empiezan a multiplicare en Moscú y otras ciudades contra la guerra en Ucrania.
 
Todos los intentos de negociación han fracasado y mientras tanto las tropas rusas siguen avanzando, teniendo ya rodeada a Kiev y otras ciudades. Los pedidos de Zelensky de una intervención de la OTAN, no han tenido una respuesta favorable seguramente porque no se quiere tener la responsabilidad de desatar una tercera guerra mundial en territorio europeo, cosa que sería inevitable si Putin cumple con su amenaza de utilizar armas nucleares. Una posible intervención militar de la OTAN no tendría como principal objetivo defender al pueblo ucraniano, sino frenar a Rusia en su política expansionista y sería aún peor para una población muy castigada. Todas las intervenciones de grandes potencias en diferentes países del mundo aseguran que se limitarán a atacar objetivos militares y terminan afectando a la población civil.
Más allá de que esta guerra concreta termine en poco tiempo con la capitulación de Ucrania, accediendo a todas las exigencias rusas, los conflictos en esa zona no cesarán. Constituye uno de los puntos donde el peligro de desencadenarse una tercera guerra estará latente, aunque por supuesto no es el único, en esa competencia de grandes bloques de potencias por zonas de influencia, detrás de los cuales, como ya he señalado operan intereses económicos.
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He intentado una aproximación a una realidad, que no es más que eso, como puede haber muchas otras, que nunca capturarán la totalidad de esa realidad.
 Para terminar, quisiera hacer alguna referencia a un filósofo contemporáneo que nos puede dar algunas pistas de las formas de pensamiento que pueden contribuir a la mejor comprensión del complejo contexto global y local en el cual estamos inmersos. Me estoy refiriendo a Edgar Morin, que ha cumplido 100 años en 2021 y todavía sigue escribiendo y dando conferencias. En su larga vida fue testigo y actor de acontecimientos europeos que han tenido resonancia y repercusión en todo el mundo. Integrante de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, militante del Partido Comunista francés del cual fue expulsado por sus críticas a la invasión soviética a Hungría en 1951, testigo y participante del mayo francés, nos dice hoy que no puede haber un verdadero pensamiento de izquierda que no se enmarque en una verdadera democracia, alejada de todo totalitarismo y con un profundo respeto a los Derechos Humanos. En su análisis de los grandes problemas del mundo actual, además de señalar la globalización económica y la expansión del capitalismo occidental como modelo hegemónico, con su contracara de la cultura de consumo, también analiza la necesidad de cambiar las formas del pensamiento, que adolece de una falta de considerar la globalidad de la realidad y de lo que él llama un pensamiento vinario. Esto nos lleva a la consideración de que algo es totalmente verdadero o que es totalmente falso, cuando no existen las verdades absolutas. Agrego por mi experiencia y también porque yo alguna vez pensé así, que además tendemos a considerar que algo es verdadero o falso o que un mismo hecho es bueno o malo, según quien lo diga o lo haga.
 
También nos previene de las ideologías que sustentadas en pensadores del siglo XIX o de principios del siglo XX, ya no pueden ser la única guía para interpretar la realidad actual sobre todo si las transformamos en dogmas y estereotipos que le hacen perder el poder fermental que en otro tiempo tuvieron.
 
Este tipo de pensamiento puede verse hoy en las redes a propósito del conflicto ruso-ucraniano, si alguien lo califica de invasión y guerra, ya es etiquetado de pro yanqui, y a su vez quienes se alinean más del lado de Estados Unidos y las potencias occidentales, califican de pro ruso a quien haga alguna observación sobre el gobierno de Ucrania.
En una realidad en la cual ya no podemos pensar en futuros que necesariamente en algún momento van a cumplirse y en la que como dice Morin ´´navegamos en un océano de incertidumbre con algunos archipiélagos de certezas ‘ésas certezas sobre el futuro inmediato y la solución a los problemas más acuciantes, las podemos construir ente muchos, aun con aquellos con los que tengamos diferencias, respetando la diversidad de cada uno. También nuestra aproximación a la realidad debe nutrirse de múltiples miradas.
 
 
* Ana Lopater Blanco
Profesora de Historia.
Formación de posgrado: Diploma en Curriculum, Especialista en Gestion de centros educativos, Mag. en Educación.
Trayectoria: Profesora de Historia en Bachillerato por 30 años, directora del Liceo Dámaso Antonio Larrañaga 1995-2002. Consultora de CODICEN 2002-2005. Docente en UDE en cursos de Maestría. Directora general del CFE 2015-2020.-
 
Referencias
Para la información sobre el pasado reciente de Rusia y Ucrania, me he basado sobre las síntesis de Wikipedia que permiten acceder además a numerosas fuentes e investigaciones a través de sus referencias y los correspondientes links.
Los datos que manejo sobre el desarrollo de la guerra son de las páginas de la ONU, UNESCO y UNICEF.
Las páginas sobre la realidad internacional de La Diaria proporcionan aportes interesantes y diversos sobres este conflicto
En cuanto al pensamiento de Morin, aparecen en Internet, numerosos artículos y referencias a sus obras, recomiendo muy especialmente La Vía –para el futuro de la Humanidad, escrita en 2011, tiene una versión traducida al español publicada por Paidós en ese mismo año.