Sin Moña 2

Ellos crecen, se desarrollan.

Nosotros tenemos la obligación, el deber, de estar ahí dando lo mejor nuestro, todo el tiempo.

¿Qué quedó del ángel tierno y tibio que depositamos en la cuna?

Al poco tiempo este ángel que fue nuestra silente compañia durante nueve meses, comienza a dar batalla: grita, levanta su cabecita, nos reclama. Luego se sienta y mueve sus brazos. Pronto el ángel es indiecito que nos sigue a gatas, ¡zas! llega al mantel, ¡tira todo!

¡Camina! ¡Corre! ¡Pregunta y pregunta, no deja de hablar!

Con todo esto podemos y más.

Somos capaces de poner límites, orientar, contestar, jugar y bailar. De este modo vamos guiándolo a controlar su cuerpo y emociones.

Observemos, recordemos las líneas del desarrollo van de arriba a abajo, de adentro hacia afuera; es decir primero la cabeza, luego la espalda, por último piernas. El brazo en total desde el hombro, luego el codo, al final la mano y dedos.

Aquí llegamos a lo que nos ocupa: representar, dibujar, escribir, leer, usar el lenguaje correctamente.

*Jugamos con el cuerpo y las palabras.

- Brazos: De pie, enfrentados al niño decimos alto y claro: Arriba-abajo mientras subimos los dos brazos y pedimos que nos imite en espejo.

- Manos: Luego hacemos palmas mientras contamos 1, 2, 3.

Después de espaldas al niño, señalamos con el brazo derecho, luego con el brazo izquierdo.

Palmas, 1, 2, 3.

Esta parte del trabajo la hacemos de espalda al niño para facilitar la orientación.

Las palmas finales nuevamente en espejo.

- Dedos: Jugar a que nos lavamos las manos en forma imaginaria.

Abrimos la canilla, mojamos la mano, ponemos jabón, frotamos las palmas y luego cada dedo de las manos, sin olvidar nombrarlos. Nos enjuagamos y secamos también dedo a dedo.

Recordar la tarea cuando efectivamente nos lavemos.

2020 09 02 01