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                                                                 Viernes 20 de Agosto de 2021
                                         El cantero


                           ADAPTACIÓN  LIBRE DE CUENTO POPULAR JAPONÉS















                                                                                                                   ¿Qué tiene el serrucho,
                                                                                                                   que no tiene

                                                                                                            el hacha?        DIENTES








                                                                                                                   Pico, pero
                                                                                                                   no soy picante

                                                                                                            ¿Qué soy?                            UNA PELOTA






           Había una vez en Ja-  el Sol nos agobie todo el  Y he allí a la nube  que labra en seguida.
        pón un pobre hombre,    día con su fuego. Si fuese  transformada en roca   —¿Qué es esto?—ex-              Tengo alas pero
        simple obrero en las can-  el Sol, ¡qué dicha!  dura, inquebrantable, in-  clamó la roca. —¿Tiene
        teras. Su tarea era ruda,  —Mira, ¿estás conten-  sensible a los rayos del  un hombre poder para           no vuelo
        ganaba poco y no estaba  to?—le dijo el genio des-  Sol, indiferente a los to-  arrancar trozos de piedra
        contento con su suerte.  pués de convertirlo en el Sol.  rrentes de las lluvias y al  de mi seno? ¿Sería yo más  ¿Qué soy?
           —¡Oh, si yo pudiese     Aquel Sol lanzaba sus  choque de las olas tumul-  débil que él? Entonces,
        solamente ser algún día  rayos a derecha e izquier-  tuosas.            es de todo punto preciso                                    UN SOMBRERO
        bastante rico para repo-  da, por todos lados a su  Sin embargo, distin-  que vuelva a ser hombre.
        sar sobre altas esteras,  alrededor. Quemaba las  gue a sus pies a un hom-  —Que se haga tu vo-
        envuelto en un crujiente  hierbas de la tierra y la faz  bre de pobre apariencia,  luntad —replicó el genio.
        manto de seda!          de los príncipes de ella.  mal vestido pero armado  Y volvió a ser, como
           Así se quejó en una     Con todo, una nube   de una pica y un martillo.  antes, un simple obrero        Canto entre el
        ocasión a los cielos. Lo  vino a interponerse entre  Y aquel hombre, por me-  en las canteras. Su tarea
        escuchó un genio y lo   él y la Tierra, rechazando  dio de sus instrumentos,  era ruda, ganaba poco,       canto rodado
        transformó en rico, y des-  sus rayos e impidiendo  le quita, golpe a golpe,  pero estaba contento con
        cansaba sobre altos tapi-  que llegasen a ésta.  gruesos trozos de piedra,  su suerte.                ¿Qué soy?
        ces, envuelto en suaves    —Conque sí —excla-
        mantos de seda.         mó el Sol, —¿conque una                                                                         EL AGUA
           Un día, sin saberlo vio  nube es capaz de resistir
        pasar al emperador fren-  mi poder? Entonces, más
        te a su morada. Iba pre-  valía ser nube.
        cedido de exploradores a   —¡Que sea!—dijo el
        pie y a caballo, seguido  genio.                                                                           Hay ríos sin agua,
        de una brillante escolta   La transformación se
        de caballeros y rodeado  operó inmediatamente y                                                            ciudades sin casas
        de gente que sostenía   la nueva nube se coló al-
        sobre su cabeza un para-  tiva entre el Sol y la Tie-                                               y bosques sin árboles.
        sol resplandeciente de  rra. Se complació en in-
        dorados.                terceptar sus rayos, de                                                        ¿Dónde?
           ¿De qué me sirve ser  modo que la tierra rever-
        rico, —murmuró el can-  decía a su sombra.                                                                         MAPA
        tero, si no tengo derecho  Después hizo caer al-
        de salir con una escolta y  gunas gotas de agua sobre                                                               EN UN
        proteger mi cabeza con  los campos y luego agua-
        un parasol de oro? ¿Por  ceros y trombas, de tal
        qué no soy emperador?   modo que los torrentes se
           —Lo serás —dijo el ge-  desbordaron y los ríos se
        nio.                    esparcieron en las campi-                                                           Todos pasan
           Y en efecto, fue em-  ñas y las devastaron.
        perador. Llevaba una es-   Ya nada resistía a la                                                            preguntando por mí,
        colta de caballeros delan-  fuerza de la inundación;                                                 pero yo
        te y detrás de sí, y gente  sólo una roca, perfecta-
        que sostenía sobre su ca-  mente inmóvil, la domi-                                                   ni paso
        beza un gran parasol de  naba. En vano los torren-
        oro.                    tes mugidores la azota-                                                      ni pregunto
           El Sol, sin embargo,  ban con furor, la roca no
        desecaba las campiñas   se movía y las olas espu-                                                    por nadie.
        con sus ardientes rayos, y  mosas morían a sus pies.
        el polvoroso camino re-    Entonces dijo la nube:                                                    ¿Qué soy?
        flejaba su brillo y lastima-  —Si una roca me im-
        ba sus ojos.            pone la ley, más valía es-                                                                                  UNA CALLE
           —He aquí las ventajas  tar en su lugar.
        de ser emperador -dijo     —Vas a estarlo —le
        éste; hay que sufrir que  anunció el genio.
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