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La grulla y el cangrejo


                           ADAPTACIÓN LIBRE DE FÁBULA BUDISTA TIBETANA
















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                                                                                                                  a alguien con intriga
                                                                                                                  por 24 horas?                MAÑANA TE LO DIGO








                                                                                                                  Tiene cuello pero
                                                                                                                  no cabeza
                                                                                                                               ¿qué es?
           Estaba una grulla    pero no puedo consen-   la embustera sacar los  tajaba en astucia, y por
        tan vieja y achacosa,   tir que se mueran to-   peces uno a uno y co-   esto accedió. Se asió,
        que no podía atrapar    dos en masa, apilados   mérselos durante el ca-  pues, aquél al cuello de                             UNA BOTELLA
        los peces de una lagu-  en un rincón cuando les  mino, debajo de un ár-  la grulla, y sucedió que
        na, a cuya orilla tenía  falte el agua. ¿Qué pro-  bol. Si bien un pez in-  ésta en vez de ir al es-
        su nido. Así, resolvió lle-  vecho tendría yo en  sistía en ser el primero  tanque, se detuvo de-
        gar por astucia a donde  ello? A unos cien me-  y quería saltar al pico  bajo de un árbol.
        le era imposible por la  tros de aquí, hay un   de la grulla, desgracia-   —¿Dónde está el
        fuerza. y le dijo un día a  gran estanque. Os sal-  damente para ella el  estanque? —le pregun-
        un cangrejo: —Amigo     varé a todos, llevándo-  cangrejo reclamó su    tó el cangrejo.
        mío, ¿qué va a ser aho-  los uno a uno en mi    derecho por haber sido     —¿Qué estanque?
        ra de ti y de tus vecinos  pico.                el que trajo las noticias.  —respondió la malva-
        los peces? Van a venir     Persuadieron los pe-    —Vamos, —le dijo,    da grulla. —¿Acaso
        unos hombres a dese-    ces a una vieja carpa   —déjame que te pon-     piensas que yo me                   El mozo perezoso por
        car la laguna, no deja-  que fuese con la grulla  ga en mi pico y así irás  tomo esta molestia en
        rán en ella ni una sola  para ver si decía la ver-  más cómodo.         balde? Lo del estanque            no dar un paso da ocho.
        gota de agua. Y voso-   dad. La tomó ésta deli-    Mas el cangrejo, que  no ha sido más que un
        tros todos, desgracia-  cadamente en su pico y  era muy sagaz, le res-  ardid para apoderarme
        dos, serán recluídos y  después de mostrarle    pondió:                 de ti y de tus compañe-               El que ríe último
        muertos.                el estanque, se la de-     —No me atrevo a      ros y devorarlos a to-
           Al oir tal noticia, to-  volvió a sus compañe-  entregarme a su pico,  dos.                             no entendió el chiste.
        dos los peces se reunie-  ros. Enterados los pe-  señora grulla: podría    —Ni más ni menos
        ron y discutieron sobre  ces de la feliz noticia,  resbalar de él y rom-  que lo que yo presumía
        los medios de salva-    creyendo que las inten-  perme el carapacho.    —añadió el cangrejo.
        ción.                   ciones de la grulla eran  Mire, nosotros los can-  Y diciendo así, clavó
           —Tengo una idea,     buenas, gritaron ale-   grejos tenemos un par   sus tenazas en el cuello
        —les dijo la solapada   gres:                   de buenas tenazas; dé-  de la taimada grulla, has-
        grulla. —Como me ata-      —Muy bien, señora    jeme que con ellas me   ta que cayó al suelo.
        ca el hambre, me co-    grulla, ya puede empe-  abrace a su cuello y así   MORALEJA. Los mal-
        meré solamente uno o    zar a llevarnos al estan-  iré más seguro       vados y los ladinos son
        dos de vosotros de      que.                       No advirtió la grulla  víctimas de sus propias
        cuando en cuando,          Había premeditado    que el cangrejo la aven-  artimañas.



                 El agua clara


             Un día, cuando ca-  fondo ahora flotaban
          minaban por una región  sobre el agua. Ya no era
          montañosa, Gautama     bebible y por supuesto  no es bebible.        vio que el barro y las
          Buda ya mayor, bajo el  no podía llevársela a   -Lo sé,  insistió Buda,  hojas muertas se iban
          sol de mediodía le dijo  Buda. Así que decidió  pero ve y siéntate en la  asentando despacito,
          a su discípulo Ananda:  regresar junto a Buda.  orilla, lleve el tiempo  dejando el agua clara y
             -Estoy sediento,    Además, sabía que unas  que lleve. Ve y siéntate.  pura, tal cual es su na-
          Ananda. Cuando atra-   millas más allá del sitio  No te metas en la co-  turaleza.
          vesamos las montañas,  donde había parado,   rriente, porque si te      Llenó su cuenco y de
          pasamos un arroyo.     corría un gran río de  metes en ella, la ensu-  regreso entendió lo que
          ¿Puedes retroceder el  agua cristalina.      ciarás de nuevo. Simple-  Buda trataba de decir-
          camino y traerme un       Pero Buda, que era  mente espera, observa  le.
          poco de agua?          muy estricto, le dijo:  y no hagas nada. Esas    - Ananda, no te me-
             Ananda, deshacien-     - Vuelve otra vez,  hojas muertas desapa-  tas en el río, no sigas la
          do el camino, llegó al  porque recuerdo que  recerán, el barro se    corriente de tu mente,
          arroyo, pero cuando lle-  cuando pasamos esa  asentará. Entonces, lle-  espera en la orilla y sim-
          gó allí se dio cuenta de  agua era pura y cristali-  na mi cuenco y regresa.  plemente observa. La
          que unas carretas aca-  na. Ananda protestó:    Ananda fue al ria-   naturaleza verdadera
          baban de atravesarlo y    -Entiéndelo: entre  chuelo de nuevo porque  de tu mente es esa clari-
          lo habían embarrado.   que llegamos aquí, pa-  no podía desobedecer a  dad cristalina, ensuciada
             Las hojas muertas   saron unas carretas por  Buda y allí se sentó a  por pensamientos y emo-
          que antes yacían en el  el riachuelo y el agua ya  esperar. Y esperando,  ciones pasajeros.
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