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El verdadero tesoro
ADAPTACIÓN LIBRE DE CUENTO ORIGINAL DE EVA MARÍA RODRÍGUEZ
ñana, el que soluciona- La madre de Hugo y
ría sus problemas! — Martina colocó sus ma-
exclamó Hugo. nos sobre la flor. Todo
—No es posible, su cuerpo empezó a
este tesoro no se en- brillar y todo el bosque
cuentra tan fácilmente se fue iluminando,
—dijo su padre. poco a poco. Los niños,
El verdadero tesoro. su padre, el perro y to-
Lo sabemos —le asegu- dos los animalitos que
ró su hijo. Sale al en- por allí estaban tam-
cuentro de quien lo bién empezaron a bri-
merece. Y nosotros lo llar.
hemos visto. Mañana Tras unos minutos la
los llevaremos hasta él. luz se fue apagando
—No lo trajimos poco a poco, hasta des-
porque es una flor lle- aparecer por comple-
na de cuentas de colo- to. Solo un tímido des-
res de las que sale una tello de brillo en los ojos
hermosa luz —explicó de los niños, de sus pa-
Martina—. Las cuentas dres y de Ramsés les
no se podían traer sin recordaba que aquello
dañar la flor. Y no quisi- había sido real.
mos arrancarla para no —¿Qué ha pasado?
estropearla. —preguntó Martina.
En ese momento —Hace tiempo en-
vieron la misma luz de contré esta flor y com-
colores que habían con- partió conmigo su te-
templado tan solo unas soro —explicó la ma-
En una pequeña ca- —Tenemos que ayu- Hugo. te dejando salir aque-
horas antes, esta vez, dre de los niños—. Su
baña situada en un cla- darlos —dijo Hugo. —Entonces, ¿cono- lla luz que atrajo a de-
en el claro del bosque, luz es la que me ayuda
ro en medio de un fron- —Si encontramos cen la leyenda? —pre- cenas de animalitos al
a escasos metros de y me guía en la prepa-
doso bosque vivían dos ese tesoro seguro que guntó el conejito. lugar.
donde se encontraban. ración de los remedios
hermanos, Hugo y Mar- todo se solucionará — —Oímos hablar a —¡El tesoro! —ex-
tina, junto a sus papás dijo Martina. nuestros padres pero clamó el conejito. Los niños, sus pa- y ungüentos sanado-
y un perro al que llama- Ese día los dos niños no sabemos mucho so- Hugo y Martina se dres y Ramsés se acer- res. Pero llevo tanto
ban Ramsés que los hicieron los preparati- bre ello —dijo Martina. acercaron a la flor. En- caron a la luz. Allí esta- tiempo haciéndolos
acompañaba a todas vos y la jornada siguien- —Ni siquiera sabe- tre sus pétalos había ba la flor, la misma flor. que estaba empezando
partes. te se marcharon, justo mos cómo es —lamen- unas cuentas de colo- —Hicieron bien en a perder facultades.
Los padres de Hugo cuando salía el sol, jun- tó Hugo. res. no arrancarla ni dañar- Ahora podremos
y Martina se dedica- to a Ramsés, que no les —Solo un corazón —¡Seguro que es la —dijo su madre—. El seguir ayudando a la
ban, ayudados por los quitaba ojo de encima. puro que tenga buenas esto, Hugo! —exclamó tesoro de esta flor es gente, gracias a voso-
niños, a recoger flores, Caminaron durante intenciones podrá ac- Martina—. Si lo lleva- su luz. tros.
bayas, semillas, hierbas horas en dirección al ceder —afirmó el co- mos llegaremos a la
y raíces para la elabo- sol, tal como le habían nejito. hora de cenar.
ración de remedios na- oído decir a sus padres. —¿Sabes dónde —La flor no nos de-
turales y ungüentos Aunque no sabían muy está? —preguntó Mar- jará llevar las cuentas,
curativos. Gente de to- bien dónde estaban y tina. hermanita —dijo Hugo.
das partes acudía a su tampoco a dónde se —No está en ningún —Entonces debería-
casa en busca de algu- dirigían. sitio —dijo el conejito. mos arrancar la flor —
na solución para sus Al mediodía se sen- Hugo y Martina se dijo Martina.
males. Cada uno paga- taron a descansar. miraron entre sí, des- —¡No! —gritó
ba con lo que tenía. Mientras abrían el bol- consolados, cuando el Hugo—. Se apagará y
Un día, mientras so donde llevaban la conejito les dijo: entonces puede que ya
buscaban unas raíces comida, un conejito se —Es el tesoro el que no sirva para nada.
cerca del arroyo, oye- les acercó y les pregun- sale al encuentro de —Tienes razón —
ron a sus padres hablar, tó: quien lo merece. dijo la niña—. ¿Qué
pero lo hacían muy ba- —¿Dónde van tan —Gracias, conejito hacemos entonces?
jito. solos, pequeños? —dijo Martina—. Se- —Deberíamos ir a
—Parece que están —No vamos solos — guiremos buscando en- buscar a papá y mamá
tras esos arbustos — contestó Martina. Ra- tonces, a ver si el teso- y decirles que hemos
dijo Hugo. msés está con noso- ro quiere cruzarse en encontrado el tesoro —
—¿Qué estarán di- tros. nuestro camino. se le ocurrió a Hugo.
ciendo? —preguntó El conejito miró al En ese momento los Los niños agradecie-
Martina. perro, que se había niños vieron una luz de ron al conejito la ayuda
—Vamos a acercar- puesto muy serio y lo colores surgir del sue- y se despidieron de él.
nos muy despacio a es- miraba desafiante. Pa- lo, por detrás de unos Cuando llegaron a
cuchar —dijo Hugo. rece que a él le extrañó arbustos. Hugo, Marti- casa, sus padres los re-
Los dos niños y Ra- tanto como a los niños na, Ramsés y el coneji- cibieron muy preocu-
msés se agacharon y si- escuchar a un conejo to se acercaron a ver pados.
gilosamente se acerca- hablar. qué era. —¿Dónde estuvie-
ron y se colocaron jun- —Buscan algo, ¿ver- Con cuidado se ron hoy, hijos? —pre-
to al arbusto, sin hacer dad? —preguntó el co- abrieron paso entre los guntó su madre.
ruido. nejito. matorrales y descubrie- —¡Hemos encontra-
Lo que escucharon —Sí, un tesoro per- ron una hermosa flor. do el tesoro! —dijo
les entristeció mucho. dido que se encuentra Sus pétalos, cerrados Martina.
Hasta Ramsés estaba en algún lugar en esta sobre sí mismos, se —¡Sí, el tesoro del
afectado. dirección —explicó abrían cuidadosamen- que hablaban esta ma-