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                                                                  Viernes 21 de Abril de 2023
                     El jabalí de bronce



              ADAPTACIÓN LIBRE  DE  CUENTO ORIGINAL DE HANS CHRISTIAN  ANDERSEN












                                                                                                                    Si no sueltas el pasado,
                                                                                                                         ¿con qué mano
                                                                                                                        tomas el futuro?

                                                                                                            ANÓNIMO



                                                                                                                     Solo le falta tiempo

                                                                                                                        a quien no sabe
                                                                                                                         aprovecharlo.

                                                                                                            JOVELLANOS



                                                                                                                    No temo a la muerte;

                                                                                                                    es solo que no quiero
                                                                                                                 estar allí cuando suceda.

           En la ciudad de Floren-  te que cruza el río Arno,  de las mujeres surgió un  antes a la luz del día.  WOODY ALLEN
        cia, no lejos de la piazza  contemplando las estre-  grito de mortal angustia  El muchacho empleó
        del Granduca, corre una  llas que se reflejaban en el  que resonó en la gran pla-  en la contemplación de
        calle transversal que se lla-  agua, entre él y el magní-  za solitaria.  aquel cuadro mucho más
        ma Porta Rossa.         fico puente de mármol      El jabalí de bronce se  rato que en todos los de-           Cualquier tonto
           En ella, frente a un  della Trinitá.         detuvo en el Palazzo degli  más. El jabalí de bronce
        mercado de verduras, se    Se dirigió luego hacia  Uffizi, bajo la arcada don-  seguía parado delante de         puede saber.
        levanta la curiosa figura  el jabalí de bronce, hincó  de se reúne la nobleza en  él. Se percibió un leve sus-
        de un jabalí de bronce es-  la rodilla al llegar a él y,  las fiestas de carnaval.  piro; ¿salía de la pintura o  La clave está en entender.
        culpido con mucho arte.  pasando los brazos alre-  —Agárrate bien —re-  del pecho del animal? El
        Agua límpida y fresca flu-  dedor del cuello de la fi-  pitió el animal—, vamos a  chiquito extendió el brazo  ALBERT EINSTEIN
        ye de la boca del animal,  gura, acercó la boca al re-  subir por esta escalera. El  hacia los sonrientes pe-
        que con el tiempo ha to-  luciente hocico y bebió a  niño permanecía callado,  queñuelos del cuadro y
        mado un color verde os-  grandes tragos su fresca  entre tembloroso y feliz.  entonces el jabalí prosi-
        curo. Solo el hocico brilla,  agua. Al lado yacían unas  Entraron en una larga  guió su camino, saliendo
        como si lo hubiesen puli-  hojas de lechuga y dos o  galería que él conocía muy  por el abierto vestíbulo.
        do -y así es en efecto- por  tres castañas; aquello fue  bien. De las paredes col-  —¡Muchas gracias,
        la acción de los muchos  su cena. En la calle no ha-  gaban magníficos cua-  buen animal! —exclamó
        centenares de chiquilines  bía ni un alma; el niño es-  dros, había estatuas y bus-  el muchacho, acariciando
        y pobres que, abrazándo-  taba completamente solo;  tos, todo iluminado por  su montura, que bajaba
        lo con sus brazos, acercan  se sentó sobre el dorso  vivísima luz, como en ple-  saltando las escaleras.
        la boca a la del animal para  del jabalí, se apoyó hacia  no día. Pero lo más her-  —¡Muchas gracias a ti!
        beber. Es un bonito cua-  adelante de manera que  moso vino cuando se   —respondió el jabalí.
        dro el de la bien dibujada  su rizada cabecita descan-  abrieron las puertas que  Yo te he prestado un
        fiera abrazada por un gra-  sara sobre la del animal y  daban acceso a una sala  servicio y tú me has pres-
        cioso pequeño medio des-  sin darse cuenta se quedó  contigua. El niño no había  tado otro a mí, pues sólo
        nudo, que aplica su fresca  profundamente dormido.  olvidado cuán magnífico  con una criatura inocente
        boca al hocico de bronce.  Al llegar la mediano-  era aquello, pero nunca lo  sobre el lomo me son da-
           Y allí algo aconteció.  che, el jabalí de bronce se  había visto tan esplendo-  das fuerzas para correr.
        Era un anochecer de in-  estremeció y el niño oyó  roso como aquella noche.  ¿Ves?, hasta puedo entrar
        vierno; las montañas apa-  que decía:              El chiquito estaba des-  dentro del círculo de luz
        recían cubiertas de nieve  —¡Agárrate bien, pe-  lumbrado por todo aquel  que viene de la lámpara
        pero en el cielo brillaba la  queño, que voy a correr!  esplendor; las paredes ar-  colgada ante el cuadro de
        luna llena.                Y emprendió la carre-  dían de color y todo era  la niña. A todas partes
           Un pequeño harapien-  ra con él a cuestas. ¡Extra-  vida y movimiento. Podían  puedo llevarte, excepto a
        to se había pasado todo el  ño paseo! Primero llega-  verse dos Venus represen-  la iglesia; pero si tú estás
        día sentado en el jardín  ron a la piazza del Gran-  tando la Venus terrena,  conmigo, puedo mirar en
        del Gran Duque, bajo el  duca, donde el caballo de  turgente y ardorosa, tal  su interior a través de la
        tejado de pinos, donde  bronce de la estatua del  como Tiziano la había apre-  puerta abierta. No te ba-
        incluso en invierno flore-  príncipe los recibió relin-  tado sobre su corazón.  jes de mi espalda; si lo
        cen las rosas por millares;  chando. El colorido escu-  ¡Qué esplendor y qué  haces, caeré muerto, tal
        un chiquito que podía pa-  do de armas de las anti-  belleza de sala en sala! Y  como me ves durante el
        sar por la imagen de Italia,  guas casas de caballeros  el niño lo veía todo; el ja-  día en la calle de la Porta
        tal era de hermoso, son-  brillaba como si fuese  balí de bronce avanzaba  Rossa.
        riente y, sin embargo, en-  transparente, mientras el  paso a paso entre toda  —Me quedaré conti-
        fermizo de aspecto. Sufría  David de Miguel Ángel  aquella magnificencia.  go, mi buen animal —le
        hambre y sed, nadie le  blandía su honda. Por do-  Una visión eclipsaba a  aseguró el niño. Y el jabalí
        daba un centésimo y al  quier rebullía una vida sor-  la otra, pero una sola ima-  emprendió veloz carrera
        oscurecer -hora de cerrar  prendente. Los grupos de  gen se fijó en el alma del  por las calles de Florencia,
        el jardín- el portero lo  bronce que representan  niño, seguramente por los  no deteniéndose hasta lle-
        echó. Durante un largo  Perseo y el rapto de las  niños alegres y dichosos  gar a la plaza donde se
        rato estuvo entregado a  Sabinas se agitaban fre-  que aparecían en ella, que  levanta la iglesia de Santa
        sus ensueños en el puen-  néticamente; de la boca  el pequeño ya había visto  Croce.
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