Page 40 - Semanario-12-01-24.pmd
P. 40
40
40
40 Viernes 12 de Enero de 2024
40
40
Mi llamada de San Baltasar
Decir que me gusta no trabajo. Pero lo mío es más religiosa dueña de una litur- deración como seres huma-
sería honesto. Pero no de- semita, más aceitunesco, si gia no escrita que viene de un nos llegó a ser un logro. Se-
cir que me conmueve sería se quiere más parecido a pasado sin tiempo y en lugar guramente de las dos ver-
omitir mi sentimiento más aquel Baltasar que dicen las de envejecer parece que na- tientes se nutre el río. Sus
sincero. leyendas tejidas en su entor- ciera de nuevo cada vez. antiguas divinidades habían
Por segundo 6 de enero no, venía de las regiones Por lo menos desde 1830 quedado allá, pero como po-
consecutivo visité, sería árabes, por supuesto no afri- en Uruguay se celebra este lizón se habían embarcado
ésa la palabra, “las llama- canas que eran mundos des- ritual, ahora organizado por en ese viaje para librarlos,
das de San Baltasar” por la conocidos. la Asociación Uruguaya de aunque sea por el día del fes-
calle Isla de Flores en Mon- Podrían haberme llamado Candombes. Es el más anti- tejo, del infierno que les pro-
tevideo. De las 38 compar- Olivetan, como a Pierre Robert, guo de nuestra versión del metía el nuevo mundo car-
sas que desfilaron vi tres. el valdense primer traductor de carnaval. gado de promesas.
Hubieran hecho falta varias la Biblia al francés en el siglo Como tantas tradiciones Para oídos tapados de ig-
horas más de vereda que no XVI. Claro que nos pareceríamos expresa una mezcla cultural norante ajenidad como los
llegué a sentir necesarias. sólo en el tinte de la piel seme- y religiosa que va recreándo- míos, los cambios de ritmo
Sólo quienes apenas jante al olivo. En lo demás me se a través de generaciones. son apenas una curiosidad. Columnista invitado
Oscar Geymonat
surfeábamos la cresta de la lleva ventajas demasiado evi- Mantiene intacto su recuer- Pero en lo más profundo son
ola íbamos a abandonar. Los dentes. do de ancestros arrastrados verdaderas llamadas a des- piernas destinadas a la ser-
verdaderos habitantes de Es asombroso el tronar de a la esclavitud que existió en- tinatarios que sabían identi- vidumbre.
ese mar habían tirado el an- los tambores, la sincroniza- tre nosotros aún en tiempos ficarlos. Los patrones permi- ¿Cuánto de toda esta
cla en un puerto en que atra- ción rítmica, los cambios con de la república. Fue abolida tían a los esclavos un tiempo historia sabe la niñita que
carían hasta cerca de la me- precisión milimétrica a una por ley el 12 de diciembre de de solaz en la “canchita”, un baila en el cordón de la ve-
dianoche. señal para nosotros imper- 1842 cuando ya la primera tiempo de encuentro para reda como si el mundo se
Si bien familiarmente ceptible y el baile absoluta- Constitución entraba en la cada nación africana obliga- hubiera vuelto un tambor?
por razones que no preciso mente impracticable para adolescencia. da a sobrevivir en este mun- No ha tenido tiempo de oír-
explicar llevo desde niño el quien no lo lleve en la san- Desde el siglo XVIII en do de extrañezas. África era, la, pero la lleva consigo. Y
mote de “negro” que siem- gre. La niñita que apenas ca- América Latina San Baltasar sigue siendo, una realidad si no le dan las palabras
pre supe apreciar con todo mina y el anciano que ape- fue una figura impuesta por mucho más heterogénea para decirla ni las catego-
el cariño que entraña, lo nas camina, bailan como si la Iglesia Católica, dicen al- que lo que a la distancia so- rías para estudiarla, la con-
de afrodescendiente me fueran marionetas ingrávi- gunos, como forma de con- mos todavía capaces de cap- tará en cada movimiento
hubiese resultado un eufe- das movidas por una fuerza versión y control social. tar. Cada una convocaba a con el que hasta sin saber-
mismo totalmente desubi- que no viene sólo de su cuer- Otros sostienen que más los suyos con un sonar de lla- lo responde al repique de
cado. En varias representa- po. Me costó pensar en una bien debe hablarse de una mada particular. Era el bre- su llamada.
ciones navideñas de la Es- actividad cultural nuestra apropiación de la imagen ve espacio para ser en una No sería honesto si dije-
cuela Dominical fui Balta- que convoque de esa mane- protectora por parte de la realidad que los obligaba a ra que gusta, pero no decir
sar. Lograr conmigo el co- ra a todo el arco etario que población arrancada de su meramente existir. Era el que me conmueve, sería
lor que la tradición le asig- la vida puede abarcar. Es mú- tierra y esclavizada en un tiempo en el que el alma se omitir mi sentimiento más
na al mago, insumía poco sica, es danza, es expresión contexto en el que su consi- volvía algo más que brazos y sincero.-