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                                        Mi llamada de San Baltasar



            Decir que me gusta no    trabajo. Pero lo mío es más  religiosa dueña de una litur-  deración como seres huma-
         sería honesto. Pero no de-  semita, más aceitunesco, si  gia no escrita que viene de un  nos llegó a ser un logro. Se-
         cir que me conmueve sería   se quiere más parecido a     pasado sin tiempo y en lugar  guramente de las dos ver-
         omitir mi sentimiento más   aquel Baltasar que dicen las  de envejecer parece que na-  tientes se nutre el río. Sus
         sincero.                    leyendas tejidas en su entor-  ciera de nuevo cada vez.   antiguas divinidades habían
            Por segundo 6 de enero   no, venía de las regiones       Por lo menos desde 1830   quedado allá, pero como po-
         consecutivo visité, sería   árabes, por supuesto no afri-  en Uruguay se celebra este  lizón se habían embarcado
         ésa la palabra, “las llama-  canas que eran mundos des-  ritual, ahora organizado por  en ese viaje para librarlos,
         das de San Baltasar” por la  conocidos.                  la Asociación Uruguaya de    aunque sea por el día del fes-
         calle Isla de Flores en Mon-    Podrían haberme llamado  Candombes. Es el más anti-   tejo, del infierno que les pro-
         tevideo. De las 38 compar-  Olivetan, como a Pierre Robert,  guo de nuestra versión del  metía el nuevo mundo car-
         sas que desfilaron vi tres.  el valdense primer traductor de  carnaval.               gado de promesas.
         Hubieran hecho falta varias  la Biblia al francés en el siglo  Como tantas tradiciones  Para oídos tapados de ig-
         horas más de vereda que no  XVI. Claro que nos pareceríamos  expresa una mezcla cultural  norante ajenidad como los
         llegué a sentir necesarias.  sólo en el tinte de la piel seme-  y religiosa que va recreándo-  míos, los cambios de ritmo
         Sólo   quienes    apenas    jante al olivo. En lo demás me  se a través de generaciones.  son apenas una curiosidad.   Columnista invitado
                                                                                                                                 Oscar Geymonat
         surfeábamos la cresta de la  lleva ventajas demasiado evi-  Mantiene intacto su recuer-  Pero en lo más profundo son
         ola íbamos a abandonar. Los  dentes.                     do de ancestros arrastrados  verdaderas llamadas a des-   piernas destinadas a la ser-
         verdaderos habitantes de       Es asombroso el tronar de  a la esclavitud que existió en-  tinatarios que sabían identi-  vidumbre.
         ese mar habían tirado el an-  los tambores, la sincroniza-  tre nosotros aún en tiempos  ficarlos. Los patrones permi-   ¿Cuánto de toda esta
         cla en un puerto en que atra-  ción rítmica, los cambios con  de la república. Fue abolida  tían a los esclavos un tiempo  historia sabe la niñita que
         carían hasta cerca de la me-  precisión milimétrica a una  por ley el 12 de diciembre de  de solaz en la “canchita”, un  baila en el cordón de la ve-
         dianoche.                   señal para nosotros imper-   1842 cuando ya la primera    tiempo de encuentro para     reda como si el mundo se
            Si bien familiarmente    ceptible y el baile absoluta-  Constitución entraba en la  cada nación africana obliga-  hubiera vuelto un tambor?
         por razones que no preciso  mente impracticable para     adolescencia.                da a sobrevivir en este mun-  No ha tenido tiempo de oír-
         explicar llevo desde niño el  quien no lo lleve en la san-  Desde el siglo XVIII en   do de extrañezas. África era,  la, pero la lleva consigo. Y
         mote de “negro” que siem-   gre. La niñita que apenas ca-  América Latina San Baltasar  sigue siendo, una realidad  si no le dan las palabras
         pre supe apreciar con todo  mina y el anciano que ape-   fue una figura impuesta por  mucho más heterogénea        para decirla ni las catego-
         el cariño que entraña, lo   nas camina, bailan como si   la Iglesia Católica, dicen al-  que lo que a la distancia so-  rías para estudiarla, la con-
         de afrodescendiente me      fueran marionetas ingrávi-   gunos, como forma de con-    mos todavía capaces de cap-  tará en cada movimiento
         hubiese resultado un eufe-  das movidas por una fuerza   versión y control social.    tar. Cada una convocaba a    con el que hasta sin saber-
         mismo totalmente desubi-    que no viene sólo de su cuer-  Otros sostienen que más    los suyos con un sonar de lla-  lo responde al repique de
         cado. En varias representa-  po. Me costó pensar en una  bien debe hablarse de una    mada particular. Era el bre-  su llamada.
         ciones navideñas de la Es-  actividad cultural nuestra   apropiación de la imagen     ve espacio para ser en una     No sería honesto si dije-
         cuela Dominical fui Balta-  que convoque de esa mane-    protectora por parte de la   realidad que los obligaba a  ra que gusta, pero no decir
         sar. Lograr conmigo el co-  ra a todo el arco etario que  población arrancada de su   meramente existir. Era el    que me conmueve, sería
         lor que la tradición le asig-  la vida puede abarcar. Es mú-  tierra y esclavizada en un  tiempo en el que el alma se  omitir mi sentimiento más
         na al mago, insumía poco    sica, es danza, es expresión  contexto en el que su consi-  volvía algo más que brazos y  sincero.-
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