Page 17 - Semanario-07-06-24.pmd
P. 17

Las tres hojas de la serpiente


               VERSIÓN LIBRE  DE  CUENTO  CLÁSICO DE HERMANOS GRIMM



                                                                                                           - Regresemos ahora a    Poco después llegó el
                                                                                                        casa; diremos que murió  barco y la caprichosa
                                                                                                        en ruta. Yo te alabaré y  mujer se presentó ante su
                                                                                                        encomiaré ante mi padre  padre con semblante de
                                                                                                        en términos tales que me  tristeza. El Rey preguntó:
                                                                                                        casará contigo y te hará   - ¿Por qué regresas
                                                                                                        heredero del reino.     sola? ¿Dónde está tu ma-
                                                                                                           Pero el fiel criado, que  rido?
                                                                                                        había asistido a la esce-  - ¡Ay, padre querido! -
                                                                                                        na, bajó al agua un pe-  exclamó la princesa-, ha
                                                                                                        queño bote sin ser adver-  ocurrido una gran des-
                                                                                                        tido por nadie, y en él se  gracia. Durante el viaje
                                                                                                        dirigió, a fuerza de re-  mi esposo enfermó súbi-
                                                                                                        mos, al lugar donde ca-  tamente y murió y, de no
                                                                                                        yera su señor, dejando  haber sido por la ayuda
                                                                                                        que los traidores siguie-  que me prestó el patrón
                                                                                                        sen su camino. Sacó del  de la nave, yo también lo
                                                                                                        agua el cuerpo del aho-  habría pasado muy mal.
                                                                                                        gado, y, con ayuda de las  Estuvo presente en el
                                                                                                        tres hojas milagrosas   acto de su muerte, puede
                                                                                                        que llevaba consigo y   contártelo todo.
                                                                                                        que aplicó en sus ojos y   Dijo el Rey:
                                                                                                        boca, lo restituyó feliz-  - Voy a resucitar al
                                                                                                        mente a la vida.        difunto -y, abriendo el
                                                                                                           Los dos se pusieron  aposento, mandó salir a
                                                                                                        entonces a remar con to-  los dos hombres.
                                                                                                        das sus fuerzas, de día y  Al ver la mujer a su
                                                                                                        de noche, y con tal rapi-  marido, quedó como he-
                                                                                                        dez navegaron en su bar-  rida de un rayo y, cayen-
                                                                                                        quita que llegaron a pre-  do de rodillas, imploró
                                                                                                        sencia del Rey antes que  perdón. Pero el Rey dijo:
                                                                                                        la gran nave. Asombrado    - No hay perdón. Él se
                                                                                                        éste al verlos regresar  mostró dispuesto a mo-
           Vivía una vez un hom-  comprometía a hacer lo   Dolorido y triste, co-  - Estás conmigo, espo-  solos, les preguntó qué  rir contigo y te restituyó
        bre tan pobre que pasa-  mismo si moría antes el  mía cada día sólo un pe-  sa querida - respondió el  había sucedido. Al cono-  la vida; en cambio, tú lo
        ba apuros para alimen-  marido. Hasta aquel mo-  dacito de pan y bebía un  príncipe, y le contó todo lo  cer la perversidad de su  asesinaste mientras dor-
        tar a su único hijo, quien  mento, el singularísimo  sorbo de vino; pero bien  ocurrido y cómo la había  hija, manifestó:  mía. Y ahora recibirás el
        un día le dijo:         voto había ahuyentado a  veía que la muerte se iba  vuelto a la vida.      - No puedo creer que  pago que merece tu ac-
           - Padre mío, estás   todos los pretendientes.  acercando irremisible-   Le dio luego un poco de  haya obrado tan crimi-  ción.
        muy necesitado y soy    Pero su hermosura impre-  mente.                pan y vino, y cuando la  nalmente; mas pronto la   Fue embarcada junto
        una carga para vos. Me-  sionó en tal grado al jo-  Una vez que tenía la  princesa hubo recobrado  verdad saldrá a la luz del  con su cómplice en un
        jor será que me marche a  ven, que sin pensarlo un  mirada fija en la pared,  algo de vigor, la ayudó a  día- y, enviando a los dos  navío perforado y lleva-
        buscar el modo de ganar-  instante, la pidió a su  vio salir de uno de los  levantarse e ir hasta la  a una cámara secreta,  da a alta mar, donde muy
        me el pan.              padre.                  rincones de la cripta una  puerta, donde ambos se  los retuvo en ella sin que  pronto los dos fueron tra-
           El padre le dio su      - ¿Sabes la promesa  serpiente que se desliza-  pusieron a golpear y gri-  nadie lo supiera.  gados por las olas.-
        aprobación y se despidió  que has de hacer? -le pre-  ba en dirección al cadá-  tar tan fuertemente que
        de él con honda tristeza.  guntó el Rey.        ver. Pensando que venía  los guardias los oyeron
           Sucedió que por aque-   - Que debo bajar con  para devorarlo, sacó la  y corrieron a informar al
        llos días el Rey sostenía  ella a la tumba si muere  espada y exclamó: «¡Mien-  Rey.
        una guerra con un impe-  antes que yo -respondió  tras yo esté vivo, no la to-  Él bajó personalmen-
        rio muy poderoso. El jo-  el mozo-. Tan grande es  carás!». Y la partió en tres  te a la cripta y se encon-
        ven se alistó en su ejér-  mi amor, que no me arre-  pedazos.           tró con la pareja sana y
        cito y partió para la gue-  dra este peligro.      Al cabo de un rato sa-  llena de vida. Todos se
        rra. Apenas llegado al     Consintió entonces el  lió del mismo rincón otra  alegraron sobremanera
        campo de batalla, se tra-  Rey, y se celebró la boda  serpiente, que enseguida  ante la inesperada solu-
        bó un combate. El peligro  con gran solemnidad y  retrocedió al ver a su com-  ción del triste caso. El
        era grande, llovían mu-  esplendor.             pañera muerta y despeda-  joven príncipe se guardó
        chas balas; el mozo veía   Los recién casados   zada. Pero regresó a los  las tres hojas de la ser-
        caer a sus camaradas de  vivieron una temporada  pocos momentos, llevan-  piente y las entregó a su  O  I  N  G  S   O    O   Z   M   R   C
        todos lados, y, al sucum-  felices y contentos, has-  do en la boca tres hojas  criado, diciéndole:  Y  T  A  A  S    I   T   T   A   M   A
        bir también el general,  ta que un día, la joven  verdes. Tomó entonces los  - Guárdamelas con el
        los demás se dispusie-  princesa contrajo una   tres segmentos de la ser-  mayor cuidado y llévalas  A  S  J  N  R   A    A   O   A   M   S
        ron a emprender la fuga.  grave enfermedad a la  piente muerta y, encaján-  siempre contigo. ¡Quién  C  O  A  E  O   S    T   O   L   I   S
           Se adelantó  entonces  que ningún médico supo  dolos debidamente, aplicó  sabe si algún día pode-
        y los animó diciendo:   hallar remedio.         a cada herida una de las  mos necesitarlas!       H   E   P   R  E    I   N   P   L   I   T
           - ¡No vamos a permi-    Cuando hubo muerto,  hojas. Inmediatamente      Sin embargo, había un  E  M   A   M   U    I   C   O   I   O   P
        tir que se hunda nuestra  su esposo recordó la pro-  quedaron soldados los  cambio en la resucitada
        patria!                 mesa que había hecho. Le  trozos; el animal comenzó  esposa. Parecía como si  I  D  O  T  T   T   T   U   O   R   O
           Seguido de los demás,  horrorizaba la idea de  a agitarse, recobrada la  su corazón no sintiera ya  E  R  I  S  I  N   L   T   L   D   C
        se lanzó a la pelea y de-  ser sepultado en vida;  vida, y se retiró junto con  afecto alguno por su ma-
        rrotó al enemigo. Al sa-  pero no había escapato-  su compañera. Las hojas  rido. Transcurrido algún  P  T  E  R  E  U    N   U   A   O   R
        ber el Rey que sólo a él le  ria posible. El Rey había  quedaron en el suelo, y al  tiempo, quiso él empren-  C  D  N  S  A  E  Q  T  P  I  S
        debía la victoria, lo as-  mandado colocar centi-  desgraciado príncipe, que  der un viaje por mar para
        cendió por encima de to-  nelas en todas las puer-  había asistido a aquel  ir a ver a su viejo padre, y  I  O  O  E  M  R  I  R  B   E   L
        dos, le dio grandes teso-  tas y era inútil pensar en  prodigio, se le ocurrió que  los dos esposos embarca-  N  P  D  G  I  S  D  M  A  L  S
        ros y lo nombró el prime-  sustraerse al horrible  quizás las milagrosas ho-  ron. Ya en la nave, olvidó
        ro del reino.           destino.                jas que habían devuelto la  ella el amor y fidelidad  A  D  E  A  E  P    U   E   M   B   E
           Tenía el monarca una    Llegado el día en que  vida a la serpiente ten-  que su esposo le mostra-  S  S  E  C  I  C    R   L   R   I   R
        hija hermosísima pero   el cuerpo de la princesa  drían también virtud sobre  ra cuando le salvó la vida,
        muy caprichosa. Había   debía ser bajado a la   las personas. Las recogió  y comenzó a sentir una  R  S   E   L  U   R    A   E   G   R   E
        hecho voto de no aceptar  cripta real, el príncipe fue  y aplicó una en la boca de  inclinación culpable ha-  P  N  O  S  N  T  C  P  S  B  A
        a nadie por marido que  conducido a ella, y tras  la difunta y las dos restan-  cia el piloto que los con-
        no prometiese antes so-  él se cerró la puerta a  tes en sus ojos.      ducía.
        lemnemente que, en caso  piedra y lodo.            Y he aquí que apenas    Y un día en que el jo-
        de morir ella, se haría    Junto al féretro había  lo hubo hecho, la sangre  ven príncipe se hallaba
        enterrar vivo en su mis-  una mesa y en ella cua-  empezó a circular por las  durmiendo llamó al pilo-
        ma sepultura: «Si de ver-  tro velas, cuatro hogazas  venas y restituyó al lívido  to y, tomando ella a su
        dad me ama -decía la    de pan y cuatro botellas  rostro su color sonrosado.  marido por la cabeza y el
        princesa-, ¿para qué    de vino. Cuando hubiera  Respiró la muerta y,   otro por los pies, lo arro-
        querrá seguir vivien-   consumido aquellas vi-  abriendo los ojos, dijo:  jaron al mar. Cometido el
        do?».                   tuallas, habría de morir   - ¡Dios mío!, ¿dónde  crimen, dijo la princesa al
           Por su parte, ella se  de hambre y sed.      estoy?                  marino:
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22