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Las tres hojas de la serpiente
VERSIÓN LIBRE DE CUENTO CLÁSICO DE HERMANOS GRIMM
- Regresemos ahora a Poco después llegó el
casa; diremos que murió barco y la caprichosa
en ruta. Yo te alabaré y mujer se presentó ante su
encomiaré ante mi padre padre con semblante de
en términos tales que me tristeza. El Rey preguntó:
casará contigo y te hará - ¿Por qué regresas
heredero del reino. sola? ¿Dónde está tu ma-
Pero el fiel criado, que rido?
había asistido a la esce- - ¡Ay, padre querido! -
na, bajó al agua un pe- exclamó la princesa-, ha
queño bote sin ser adver- ocurrido una gran des-
tido por nadie, y en él se gracia. Durante el viaje
dirigió, a fuerza de re- mi esposo enfermó súbi-
mos, al lugar donde ca- tamente y murió y, de no
yera su señor, dejando haber sido por la ayuda
que los traidores siguie- que me prestó el patrón
sen su camino. Sacó del de la nave, yo también lo
agua el cuerpo del aho- habría pasado muy mal.
gado, y, con ayuda de las Estuvo presente en el
tres hojas milagrosas acto de su muerte, puede
que llevaba consigo y contártelo todo.
que aplicó en sus ojos y Dijo el Rey:
boca, lo restituyó feliz- - Voy a resucitar al
mente a la vida. difunto -y, abriendo el
Los dos se pusieron aposento, mandó salir a
entonces a remar con to- los dos hombres.
das sus fuerzas, de día y Al ver la mujer a su
de noche, y con tal rapi- marido, quedó como he-
dez navegaron en su bar- rida de un rayo y, cayen-
quita que llegaron a pre- do de rodillas, imploró
sencia del Rey antes que perdón. Pero el Rey dijo:
la gran nave. Asombrado - No hay perdón. Él se
éste al verlos regresar mostró dispuesto a mo-
Vivía una vez un hom- comprometía a hacer lo Dolorido y triste, co- - Estás conmigo, espo- solos, les preguntó qué rir contigo y te restituyó
bre tan pobre que pasa- mismo si moría antes el mía cada día sólo un pe- sa querida - respondió el había sucedido. Al cono- la vida; en cambio, tú lo
ba apuros para alimen- marido. Hasta aquel mo- dacito de pan y bebía un príncipe, y le contó todo lo cer la perversidad de su asesinaste mientras dor-
tar a su único hijo, quien mento, el singularísimo sorbo de vino; pero bien ocurrido y cómo la había hija, manifestó: mía. Y ahora recibirás el
un día le dijo: voto había ahuyentado a veía que la muerte se iba vuelto a la vida. - No puedo creer que pago que merece tu ac-
- Padre mío, estás todos los pretendientes. acercando irremisible- Le dio luego un poco de haya obrado tan crimi- ción.
muy necesitado y soy Pero su hermosura impre- mente. pan y vino, y cuando la nalmente; mas pronto la Fue embarcada junto
una carga para vos. Me- sionó en tal grado al jo- Una vez que tenía la princesa hubo recobrado verdad saldrá a la luz del con su cómplice en un
jor será que me marche a ven, que sin pensarlo un mirada fija en la pared, algo de vigor, la ayudó a día- y, enviando a los dos navío perforado y lleva-
buscar el modo de ganar- instante, la pidió a su vio salir de uno de los levantarse e ir hasta la a una cámara secreta, da a alta mar, donde muy
me el pan. padre. rincones de la cripta una puerta, donde ambos se los retuvo en ella sin que pronto los dos fueron tra-
El padre le dio su - ¿Sabes la promesa serpiente que se desliza- pusieron a golpear y gri- nadie lo supiera. gados por las olas.-
aprobación y se despidió que has de hacer? -le pre- ba en dirección al cadá- tar tan fuertemente que
de él con honda tristeza. guntó el Rey. ver. Pensando que venía los guardias los oyeron
Sucedió que por aque- - Que debo bajar con para devorarlo, sacó la y corrieron a informar al
llos días el Rey sostenía ella a la tumba si muere espada y exclamó: «¡Mien- Rey.
una guerra con un impe- antes que yo -respondió tras yo esté vivo, no la to- Él bajó personalmen-
rio muy poderoso. El jo- el mozo-. Tan grande es carás!». Y la partió en tres te a la cripta y se encon-
ven se alistó en su ejér- mi amor, que no me arre- pedazos. tró con la pareja sana y
cito y partió para la gue- dra este peligro. Al cabo de un rato sa- llena de vida. Todos se
rra. Apenas llegado al Consintió entonces el lió del mismo rincón otra alegraron sobremanera
campo de batalla, se tra- Rey, y se celebró la boda serpiente, que enseguida ante la inesperada solu-
bó un combate. El peligro con gran solemnidad y retrocedió al ver a su com- ción del triste caso. El
era grande, llovían mu- esplendor. pañera muerta y despeda- joven príncipe se guardó
chas balas; el mozo veía Los recién casados zada. Pero regresó a los las tres hojas de la ser-
caer a sus camaradas de vivieron una temporada pocos momentos, llevan- piente y las entregó a su O I N G S O O Z M R C
todos lados, y, al sucum- felices y contentos, has- do en la boca tres hojas criado, diciéndole: Y T A A S I T T A M A
bir también el general, ta que un día, la joven verdes. Tomó entonces los - Guárdamelas con el
los demás se dispusie- princesa contrajo una tres segmentos de la ser- mayor cuidado y llévalas A S J N R A A O A M S
ron a emprender la fuga. grave enfermedad a la piente muerta y, encaján- siempre contigo. ¡Quién C O A E O S T O L I S
Se adelantó entonces que ningún médico supo dolos debidamente, aplicó sabe si algún día pode-
y los animó diciendo: hallar remedio. a cada herida una de las mos necesitarlas! H E P R E I N P L I T
- ¡No vamos a permi- Cuando hubo muerto, hojas. Inmediatamente Sin embargo, había un E M A M U I C O I O P
tir que se hunda nuestra su esposo recordó la pro- quedaron soldados los cambio en la resucitada
patria! mesa que había hecho. Le trozos; el animal comenzó esposa. Parecía como si I D O T T T T U O R O
Seguido de los demás, horrorizaba la idea de a agitarse, recobrada la su corazón no sintiera ya E R I S I N L T L D C
se lanzó a la pelea y de- ser sepultado en vida; vida, y se retiró junto con afecto alguno por su ma-
rrotó al enemigo. Al sa- pero no había escapato- su compañera. Las hojas rido. Transcurrido algún P T E R E U N U A O R
ber el Rey que sólo a él le ria posible. El Rey había quedaron en el suelo, y al tiempo, quiso él empren- C D N S A E Q T P I S
debía la victoria, lo as- mandado colocar centi- desgraciado príncipe, que der un viaje por mar para
cendió por encima de to- nelas en todas las puer- había asistido a aquel ir a ver a su viejo padre, y I O O E M R I R B E L
dos, le dio grandes teso- tas y era inútil pensar en prodigio, se le ocurrió que los dos esposos embarca- N P D G I S D M A L S
ros y lo nombró el prime- sustraerse al horrible quizás las milagrosas ho- ron. Ya en la nave, olvidó
ro del reino. destino. jas que habían devuelto la ella el amor y fidelidad A D E A E P U E M B E
Tenía el monarca una Llegado el día en que vida a la serpiente ten- que su esposo le mostra- S S E C I C R L R I R
hija hermosísima pero el cuerpo de la princesa drían también virtud sobre ra cuando le salvó la vida,
muy caprichosa. Había debía ser bajado a la las personas. Las recogió y comenzó a sentir una R S E L U R A E G R E
hecho voto de no aceptar cripta real, el príncipe fue y aplicó una en la boca de inclinación culpable ha- P N O S N T C P S B A
a nadie por marido que conducido a ella, y tras la difunta y las dos restan- cia el piloto que los con-
no prometiese antes so- él se cerró la puerta a tes en sus ojos. ducía.
lemnemente que, en caso piedra y lodo. Y he aquí que apenas Y un día en que el jo-
de morir ella, se haría Junto al féretro había lo hubo hecho, la sangre ven príncipe se hallaba
enterrar vivo en su mis- una mesa y en ella cua- empezó a circular por las durmiendo llamó al pilo-
ma sepultura: «Si de ver- tro velas, cuatro hogazas venas y restituyó al lívido to y, tomando ella a su
dad me ama -decía la de pan y cuatro botellas rostro su color sonrosado. marido por la cabeza y el
princesa-, ¿para qué de vino. Cuando hubiera Respiró la muerta y, otro por los pies, lo arro-
querrá seguir vivien- consumido aquellas vi- abriendo los ojos, dijo: jaron al mar. Cometido el
do?». tuallas, habría de morir - ¡Dios mío!, ¿dónde crimen, dijo la princesa al
Por su parte, ella se de hambre y sed. estoy? marino: