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El relato del niño
VERSIÓN LIBRE DE CUENTO CLÁSICO DE CHARLES DICKENS
res, donde eran empuja- camino entre las ramas,
dos hacia adelante sin el viajero perdió a su
permitírseles mirar atrás, amigo.
cuando la dama se detu- Llamó y llamó, pero
vo. no obtuvo respuesta.
—Esposo mío —dijo— Cuando salió del bosque
siento que me llaman. y contempló el sol ocul-
Escucharon entonces tándose en un horizonte
una voz que en lo alto purpúreo, divisó a un an-
decía: ¡Madre, madre!. ciano sentado sobre un
Era la voz del primer hijo, árbol caído. Le preguntó
y ella agregó: entonces: ¿Qué haces
¡Me voy al cielo! aquí?
El padre suplicó: Y el anciano contestó
¡Todavía no, te lo rue- con una sonrisa tranquila:
go! La noche ya se acer- Estoy siempre recor-
ca; espera un poco más. dando. ¡Ven y recuerda
Pero la voz continuó: conmigo!
¡Madre, madre!, sin ha- El peregrino se sentó
cerle caso, a pesar de su al lado del anciano, de
cabello ya completamen- frente al sereno anoche-
te blanco y de las lágri- cer; y todos sus amigos
mas que rodaban por su volvieron en silencio y
rostro. permanecieron a su alre-
La madre empujaba ya dedor.
hacia la sombra de la El lindo chiquillo, el
oscura avenida, conti- niño hermoso, el joven
nuaba rodeando con sus enamorado, el padre, la
brazos el cuello de su madre y los hijos, todos
Una vez, hace ya mu- Entonces, el viajero cuando simulaban lo Al mismo tiempo una marido, mientras lo be- estaban allí y nadie se
chos años, hubo un cami- se instruyó acerca de Jú- contrario. Se comprome- figura menuda, que se saba, diciéndole: perdió de vista.
nante que partió para un piter y Juno, de griegos y tieron en Navidad; están agrandaba al adelantar- —Mi adorado, me lla- Entonces los amó a
prolongado viaje. Era un romanos y no sé cuántas sentados muy juntos cer- se, acudía corriendo a man y debo irme. todos y fue cariñoso e in-
viaje mágico, que parecía cosas más que yo no po- ca del fuego y han de ca- reunírsele. No bien lle- Se fue, y los dos que- dulgente con ellos; siem-
muy largo al comienzo y dría contar porque muy sarse muy pronto. gaba, todos se agrupa- daron solos, entonces. Y pre le complacía contem-
muy corto cuando llegó a pronto olvidó mucho de Pero el viajero lo per- ban a su alrededor, be- continuaron juntos hasta plarlos mientras era
la mitad de la ruta. lo que había estudiado. dió de vista un día, como sándole y dándole la llegar muy cerca del final honrado y amado.
Anduvo a lo largo de un Pero no siempre estudia- sucedió con los otros bienvenida, y juntos pro- del bosque, tan cerca Pienso que el viajero
sendero oscuro durante ban, también practicaban amigos, y luego de lla- seguían el camino. que podían observar en- debes ser tú, querido
un breve espacio de tiem- los más divertidos jue- marlo para que volviera, Algunas veces alcan- tre los árboles la puesta abuelo, porque ese fue tu
po, sin divisar a nadie, gos conocidos. sin tener éxito, continuó zaron varias avenidas a del sol, que teñía el cie- modo de obrar para con
hasta que se encontró Cenaban en verano su camino. la vez, y todos permane- lo de un color brillante. nosotros y también es la
frente a un hermoso chi- sobre el río y patinaban De esta forma reco- cían en silencio, inte- Entonces, una vez forma en que nosotros te
quillo. Entonces le pre- sobre el hielo en invier- rrió un corto trecho sin ver rrumpido por la voz de más, mientras se abría hemos respondido.-
guntó: ¿Qué haces aquí?. no; siempre activos, ya a nadie hasta que se en- uno de los hijos, que de-
Y el chiquillo contestó: en pie, ya montando a ca- frentó con un hombre de cía: Padre, me voy al mar.
Juego siempre. ¡Ven y jue- ballo; en el cricket y en edad mediana, a quien Y otro que agregaba: Pa-
ga conmigo! todo juego de pelota que preguntó: ¿Qué haces dre, me voy a la India. Y
Pues bien, él jugó con no sé mencionar. Nadie aquí? Y su respuesta fue: otro: Padre, iré a buscar
el chiquillo durante todo podía vencerlos. Goza- Estoy siempre ocupado. fortuna donde pueda. Y
ese día, y ambos estaban ban también de vacacio- Ven y trabaja conmigo. el último: Padre, me voy
muy alegres. nes, asistían a fiestas en Así, comenzó ayudan- al cielo.
El cielo parecía tan las que bailaban hasta do al caballero, y juntos Entonces, con muchas
azul, el sol tan brillante, medianoche y a teatros emprendieron el camino lágrimas de despedida,
el agua tan clara, las ho- verdaderos donde con- del bosque. se fueron, y ellos conti-
jas muy verdes, las flores templaban palacios de Todo el tiempo fue nuaron solos, recorrien-
muy bellas; oyeron can- oro y plata que se eleva- empleado en cruzarlo, do avenidas, mientras O I N O Ñ D N O M R H
tar a tantos pájaros y vie- ban sobre la tierra admi- solo que al principio cada hijo seguía su cami-
ron tan gran cantidad de rando, al mismo tiempo, aparecía verde y abierto no; el que fue al cielo se Y T A O S S I T E M A
mariposas que todo les todas las maravillas del como en primavera; poco elevó en el aire dorado y A S N L A D O T A M S
pareció maravillosamen- mundo. a poco comenzó a oscu- desapareció.
te hermoso. Todo eso, Pero, aun así, un día, recer y espesarse como Siempre que estas C O I E U S N J S I S
cuando hacía buen tiem- en medio de tantos pla- en el verano; varios de separaciones tenían lu- O E L T E A O D I S T
po. Si nevaba, era mejor ceres el viajero perdió al los arbustos que brota- gar, el viajero miraba al
porque nada les gustaba niño, como antes perdie- ron más temprano se caballero y lo veía con- E O S L N R A P D H O
más que admirar los co- ra al chiquillo, y después volvían castaños. templar el cielo por en- S E G I I D B O S Ñ A
pos que caían con rapi- de llamarlo en vano, pro- El caballero no esta- tre los árboles, cuando
dez formando una espe- siguió su viaje. ba solo, sino acompaña- el día empezaba a decli- D E M E I U R M I E I
sa alfombra, como plu- Caminó así un corto do por una dama de la nar y la noche se acerca- A A R V U E Q N O T N
món que cayera de milla- trecho hasta divisar a un misma edad, su esposa, ba. Observó también que
res de pájaros blancos, y joven a quien preguntó: y ambos tenían hijos que sus cabellos se volvían C O A E D J A I O H I
observar cuán liso y pro- ¿Qué haces aquí?. Y el jo- también los acompaña- grises. Pero nunca pudo
fundo era el alud; y escu- ven respondió: Vivo eter- ban. descansar por mucho A N Ñ N C S O L H L Ñ
char nada más que silen- namente enamorado. De esta forma avan- tiempo, pues debía al- S N E A O A E J H C L
cio sobre rutas y cami- Ven y ama conmigo. zaron juntos por el bos- canzar la meta y necesi-
nos. El viajero siguió en- que, cortando árboles y taba estar siempre en O S E M T U L A E C E
Pero un día, de súbi- tonces al joven y de in- trazando un sendero a acción. S A R V B S A P E I R
to, el viajero perdió de mediato se encontraron través de las ramas y las Al fin hubo tantos
vista al chiquillo. Lo lla- frente a la niña más her- hojas caídas, llevando alejamientos que no que- R E O A O Z A R G B V
mó por su nombre mu- mosa que se viera jamás. pesadas cargas y traba- dó ningún hijo, y solo el H H O T N J I C T B F
chas veces sin obtener El joven se enamoró al jando en forma intensa. caminante, el caballero y
respuesta. Entonces si- instante. Era objeto de Algunas veces avanza- la dama continuaron jun-
guió su camino y recorrió bromas algunas veces. ban por largas avenidas tos el viaje. El bosque ya
un trecho breve, sin en- Discutían otras. Luego verdes que desemboca- era amarillo, luego se tor-
contrar a nadie, hasta hacían las paces y se ban en bosques más pro- nó castaño y las hojas de
que divisó a un niño muy sentaban en la oscuri- fundos aun. Allí oían una los árboles, aun hasta los
hermoso, a quien pre- dad; se escribían cartas vocecilla muy distante de la floresta, comenza-
guntó: ¿Qué haces aquí? diariamente; nunca eran que gritaba: ¡Padre, pa- ron a caer.
Y el niño contestó: felices estando separa- dre, soy un nuevo hijo! Entonces llegaron has-
Estudio continuamente, dos y siempre se busca- ¡Detente y llévame con- ta una avenida más os-
ven y aprende conmigo. ban el uno al otro, aun tigo!. cura aun que las anterio-