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La pulga y el profesor


             VERSIÓN L IBRE DE CUENTO CLÁSICO DE H ANS CHRISTIAN ANDERSEN



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                                                                                                        gan asadas. La detona-  quilla que colgaba del
                                                                                                        ción es de gran efecto,  globo -. Pero yo solo no
                                                                                                        además.                 puedo dirigirlo; necesito
                                                                                                           - ¡Venga el cañón! -  un ayudante entendido,
                                                                                                        dijo el padre de la prince-  y de cuantos hay aquí,
                                                                                                        sa.                     sólo la pulga puede ha-
                                                                                                           Pero en todo el país  cerlo.
                                                                                                        no había más cañón que     - Se lo permito, aun-
                                                                                                        el que había traído consi-  que a regañadientes -
                                                                                                        go el profesor, y resulta-  dijo la princesa, pasando
                                                                                                        ba demasiado pequeño.   al profesor la pulga que
                                                                                                           - Fundiré otro mayor -  tenía en la mano.
                                                                                                        dijo el profesor -. Propor-  - ¡Soltad las amarras!
                                                                                                        cionadme los medios ne-  - gritó él -. ¡Ya sube el
                                                                                                        cesarios.               globo! Los presentes en-
                                                                                                           Me hace falta tela de  tendieron que decía: -
                                                                                                        seda fina, aguja e hilo,  ¡Cañón!
                                                                                                        cuerdas, cordones y go-    El aerostato se fue
                                                                                                        tas estomacales para    elevando hacia las nubes,
                                                                                                        globos que se hinchan y  alejándose del país de los
                                                                                                        elevan; ellas producen el  salvajes.
                                                                                                        estampido en el estóma-    La princesita, con su
                                                                                                        go del cañón.           padre y su madre y todo
                                                                                                           Le facilitaron cuanto  el pueblo, quedaron es-
                                                                                                        pedía.                  perando. Y todavía si-
                                                                                                           Todo el pueblo acudió  guen esperando, conven-
                                                                                                        a ver el gran cañón. El  cidos de que volverán en
                                                                                                        profesor no lo había con-  cuanto el cañón se en-
                                                                                                        vocado hasta que tuvo el  fríe.
           Érase una vez un ae-  sus trucos. El prestidigi-  psicólogo, también esto  eran de caña de azúcar;  globo dispuesto para ser  Pero lo cierto es que
        ronauta que terminó     tador introducía a su mu-  es una ciencia.      podía lamerlas, si quería,  hinchado y emprender la  no volverán nunca, pues
        muy mal. Estalló su glo-  jer en el cajón de la mesa,  Al fin recorrieron to-  pero no era goloso. Dié-  ascensión.     están entre nosotros, en
        bo, cayó el hombre y se  un cajón muy grande;   dos los países, excepto  ronle también una hama-   La pulga contempla-  su tierra, y viajan en pri-
        hizo pedazos. Dos minu-  desde allí, ella se escu-  los salvajes. Pero un día  ca para dormir, en ella le  ba el espectáculo desde  mera clase, no ya en cuar-
        tos antes había enviado  rría a una caja situada  quisieron hacerlo, el pro-  parecía encontrarse en  la mano de la princesa. El  ta.
        a su ayudante a tierra en  detrás y ya no aparecía  fesor pensó que no había  un globo aerostático,  globo se hinchó, tanto,  El globo ha resultado
        paracaídas; fue una suer-  cuando se volvía a abrir  gran peligro en visitarlos  cosa que siempre había  que sólo con gran dificul-  un buen negocio. Nadie
        te para el ayudante, pues  el cajón.            y a lo mejor obtendrían  deseado y que era su idea  tad podía ser sujetado;  les pregunta de dónde lo
        no sólo salió indemne de   Pero una noche, al   pingües beneficios.     fija.                   estaba hecho un salvaje.  sacaron; son gente rica y
        la aventura sino que ade-  abrir él el cajón, la mujer  Efectuaron el viaje en  La pulga se quedó con  - Tengo que subir para  honorable la pulga y el
        más se encontró en pose-  no estaba ni allí ni en la  barco de vapor y de vela;  la princesa, ya en su  enfriarlo - dijo el profe-  profesor.-
        sión de valiosos conoci-  caja; no se veía ni oía en  la pulga exhibió sus habi-  mano, ya en su lindo cue-
        mientos sobre aeronáu-  toda la sala.           lidades y de este modo  llo.
        tica; pero no tenía globo,  Aquello era un truco  tuvieron el pasaje gratis  «¡Qué bien lo pasa-
        ni medios para procurar-  de la joven, que ya no  hasta la tierra de salva-  mos todos, incluso la pul-
        se uno.                 volvió pues estaba harta  jes.                  ga!», pensaba el profe-
           Como de un modo u    de aquella vida. Él se har-  Gobernaba allí una  sor. Pero no se sentía del
        otro tenía que vivir, acu-  tó también, perdió su  princesa de sólo 18 años;  todo satisfecho; era un
        dió a la prestidigitación y  buen humor, los negocios  usurpaba el trono que  viajero innato, gustaba
        artes similares; aprendió  se volvieron magros, y la  correspondía a su padre  ir de ciudad en ciudad y
        a hablar con el estómago  indumentaria también.  y a su madre pues tenía  leer en los periódicos elo-
        y lo llamaron ventrílocuo.  Al fin no le quedó más  voluntad y era tan agra-  gios sobre su tenacidad e
           Era joven y de buena  que una gruesa pulga,  dable como mal criada.  inteligencia, pues había
        presencia, iba bien vesti-  herencia de su mujer; por  No bien la pulga hubo  enseñado a una pulga a  A  L  L  I  V   A   R   A   M    R  C
        do siempre y con bigote,  eso la quería.        presentado armas y dis-  conducirse como una per-  Y  A  L    L   I   V   A   R   A   M   A
        podía pasar por hijo de    La adiestró, enseñán-  parado el cañón, la prin-  sona.                S  S   N    S   E   J   A   V   L   A    S
        un conde. Las damas lo  dole a presentar armas y  cesa quedó tan prenda-   El profesor se aburría.
        encontraban guapo, una  disparar un cañón; claro  da de ella que exclamó:  Sentía ganas de marchar-  OO  N    E   S   P   A   C    I  O    S
        muchacha se prendó de   que un cañón pequeño.      - ¡Ella o nadie!     se del país de los salvajes  T  E  T  O   A   C   A   M   A   H    T
        tal modo de su belleza y   El profesor estaba or-  Se había enamorado   pero no podía hacerlo sin  N  O  L    N   Ñ   N   O   R   D   O    I
        habilidad que lo seguía a  gulloso de su pulga y ésta  salvajemente, además  llevarse la pulga: era su
        todas las ciudades y paí-  lo estaba de sí misma.  de lo salvaje que ya era.  maravilla y su sustento.  E  A  I  B  E  A  U   B   R   N    E
        ses del extranjero; allí él  Había aprendido algunas  - Mi dulce y razonable  ¿Cómo rescatarla? Ahí  I  P  T  E   I   T   C   O   O    I   T
        se atribuía el título de  cosas, llevaba sangre  hijita - le dijo su padre -.  estaba la cosa.
        «profesor»; era lo menos  humana y había estado  ¡Si al menos se pudiese   Y le dio vueltas y más  MU    O    U   N   S   S    I  T    L  O
        que podía ser.          en grandes ciudades don-  hacer de ella un hombre!  vueltas a la cabeza hasta  I  L  A  E  A  E   S   U   T   A   G
           Su idea fija era procu-  de fue vista y aplaudida  - Eso déjalo de mi  que al fin se dijo: ¡ya lo  C  G  V  J  F   N   L   P   S    L   I
        rarse un globo y subir al  por príncipes y princesas.  cuenta, viejo - replicó la  tengo!
        espacio acompañado de      A pesar de su orgullo y  princesa. Lo cual no es  - Padre de la prince-  O  A  V  O    E   I   O   T   M    S  B
        su mujercita. Pero les fal-  su fama, cuando viajaban  manera de hablar, sobre  sa, permitidme que haga  N  A  R  C  R  B  N  R   M    I   E
        taban los recursos nece-  ella y el profesor lo ha-  todo en labios de una prin-  algo. ¿Queréis que ense-
        sarios.                 cían en cuarta clase; la  cesa, pero no olvidemos  ñe a los habitantes a pre-  O  P  S  B  N  D   A   L   E    I   R
           - Ya llegarán - decía  velocidad era la misma  que era salvaje.      sentar armas? A esto lo   C  A   O   O    T   A   N   N    I  A    E
        él.                     que en primera.            Puso la pulga en su  llaman cultura en los     S  O    I   C   I   F   E   N   E   B   A
           - ¡Ojalá! - respondía   Existía entre ellos un  manito.              grandes países del mun-
        ella.                   compromiso tácito de no    - Ahora eres un hom-  do.
           - Somos jóvenes, yo  separarse nunca ni casar-  bre; vas a reinar conmi-  - ¿Y a mí qué puedes
        he llegado ya a profesor.  se: la pulga se quedaría  go. Pero deberás hacer  enseñarme? - preguntó
        ¡Las migas también son  soltera y el profesor, viu-  lo que yo quiera; de lo  el padre.
        pan!                    do. Viene a ser lo mismo.  contrario, te mataré y me  - Mi mayor habilidad -
           Ella lo ayudaba abne-   - Nunca debe volver-  comeré al profesor.    respondió el profesor -.
        gadamente vendiendo     se allí donde se encontró  A éste le asignaron  Disparar un cañón de
        entradas en la puerta. Y  la máxima felicidad - de-  por vivienda un espacio-  modo que tiemble toda
        le ayudaba también en   cía el profesor. Era un  so salón cuyas paredes  la tierra y las aves más
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