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Tiene que haber diferencias
VERSIÓN LIBRE DE CUENTO CLÁSICO DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN
vían y apareció… ¡la pe- llosamente hermosa la ha
queña esferita de blancos creado Dios! -dijo-.
copos, la semilla del des- La pintaré junto con la
preciado diente de león! rama del manzano. Todo el
Esto era lo que la condesa mundo encuentra esta
con tanto cuidado había rama primorosa; pero la
recogido y traído para pobre florcita, a su mane-
que ni una de las sutilísi- ra, ha sido agraciada por
mas flechas de pluma que Dios con no menor hermo-
forman su vaporosa boli- sura.
ta fuese llevada por el ¡Qué distintas son, y
viento. sin embargo, las dos son
La sostenía en la mano, hermanas en el reino de la
entera e intacta; admira- belleza!
ba su hermosa forma que Y el rayo de sol besó
en un momento disiparía al humilde diente de león,
el viento. Daba lástima exactamente como besa-
pensar que pudiera des- ba a la florida rama del
aparecer aquella hermosa manzano, cuyos pétalos
realidad. parecían sonrojarse bajo
-¡Fíjense qué maravi- la caricia.-
Era el mes de setiem- para la alimentación, in- mejor. había dicho abuelita.
bre. Soplaba aún un vien- cluso las hay completa- -No ves bastante lejos Y de este modo la des-
to fresco, pero la prima- mente superfluas», pen- ni bastante claro. ¿Cuál preciada flor se conver- No olvides nunca
vera había llegado; así lo só la ramita. es esa planta tan menos- tía en profeta.
proclamaban las plantas -¡Pobres hierbas des- preciada que así compa- -¿Ves? –le preguntó el que el primer beso no se da
y los árboles, el campo y castadas! -exclamó la deces? rayo de sol a la rama de con la boca sino con los ojos.
el prado. Era una fiesta rama del manzano-. La -El diente de león - manzano-. ¿Ves ahora su
de flores que se espar- verdad es que existe una contestó la rama-. Nadie belleza y su virtud? O. K. Bernhardt
cían hasta por debajo de diferencia. ¡Qué desgra- hace ramilletes con ella; -¡Sí, para los niños! -
los cercos verdes; y jus- ciadas deben sentirse, todo el mundo la pisotea; replicó la rama.
tamente allí se manifes- suponiendo que esas hay demasiadas. Y cuan- En esto llegó al cam-
taban desde un diminuto criaturas sean capaces do dispara sus semillas, po una ancianita, y con Los días más felices son
manzano del que había de sentir como nosotras! salen volando en minús- un viejo y romo cuchillo
brotado una única rami- Naturalmente, es forzoso culos copos como de de cocina se puso a ex- aquellos que nos hacen sabios.
ta, pero fresca y lozana, que haya diferencias; de blanca lana y se pegan a cavar para sacar la raíz
y cuajada toda ella de lo contrario todas sería- los vestidos de los viaje- de la planta. Quería em- Gabriela Mistral
yemas color rosa a pun- mos iguales. ros. Es una mala hierba, plear parte de las raíces
to de abrirse. Bien sabía Nuestra rama consi- he ahí lo que es. Pero has- para una infusión; el res-
la ramita lo hermosa que deró con cierta compa- ta de eso ha de haber. to pensaba llevárselas al
era, pues eso está en la sión a una especie de flo- ¡Cuánta gratitud siento boticario para sacar
hoja como en la sangre; res que crecían en núme- yo por no ser como él! unas monedas.
por eso no se sorprendió ro incontable en los De pronto llegó al -Pero la belleza es
cuando un coche magní- campos. Nadie las reco- campo un tropel de niños; algo mucho más elevado
fico se detuvo en el ca- gía para hacerse un ramo el menor de todos era aún -exclamó la rama del
mino frente a ella, y la pues eran demasiado or- tan pequeño que otros te- manzano-. A su reino van
joven condesa que lo dinarias. Hasta entre los nían que llevarlo en bra- sólo los elegidos. Existe
ocupaba dijo que aque- adoquines crecían: como zos. Y cuando lo hubieron una diferencia entre las
lla rama de manzano era el último de los yuyos, sentado en la hierba en plantas, de igual modo
lo más encantador que asomaban por doquier, y medio de todas aquellas como la hay entre las per-
pudiera soñarse. Y que- para colmo tenían un flores amarillas, se puso sonas.
braron la rama, que la nombre de lo más vulgar: a gritar de alegría, a agi- Entonces el rayo de C C O N D E S A E R T
damita recogió con la diente de león. tar las regordetas pierni- sol le habló del infinito I N A E T N A T S A B
mano y resguardó bajo -¡Pobre planta des- tas y a revolcarse entre amor del creador por to-
su sombrilla de seda. preciada! -exclamó la las plantas, recogía con das sus criaturas, amor C S A R E V A M I R P
Continuaron luego hacia rama del manzano-. Tú no sus manitas los dorados que abraza con igual ter- A M E O I N R C E D S
palacio, donde maravi- tienes la culpa de ser dientes de león y los be- nura a todo ser viviente;
llosas flores lucían en como eres, tan ordinaria, saba en su dulce inocen- y le habló también de la R F O T I C N S A R A
jarros opalinos y trans- ni de que te hayan pues- cia. divina justicia, que lo A N U R E E I D O S D
parentes; en uno de ellos to un nombre tan feo. Mientras tanto los distribuye todo por igual
-se habría dicho fabrica- Pero con las plantas ocu- mayores rompían las ca- en tiempo y eternidad. E S A L C L I A A D A
do de nieve recién caída- rre lo que con los hom- becitas floridas, separán- -¡Sí, eso cree usted! - R C E O G N L U B H I
colocaron la ramita del bres: tiene que haber di- dolas de los tallos hue- replicó la rama.
manzano entre otras de ferencias. cos y doblando éstos en En eso entró gente en B P N T R U L I H R C
haya, tiernas y de un ver- -¡Diferencias! -repli- anillo para fabricar con el salón, y con ella la M I N E E F R E R M E
de claro. Daba alegría có el rayo de sol, mien- ellos cadenas que se col- condesita que tan linda-
mirarla. tras besaba al mismo garon del cuello, de los mente había colocado la E M T E R L R A N G R
A la ramita se le su- tiempo la florida rama hombros o en torno a la rama florida en el trans- I E R E C M L E N A P
bieron los humos a la ca- del manzano y los míse- cintura; se las pusieron parente jarrón, sobre el
beza; ¡es tan humano ros dientes de león que también en la cabeza, al- que caía el fulgurante T O P S A O T I V T S
eso! Pasaron por las ha- crecían en el campo. rededor de las muñecas y rayo de sol. Traía una flor, E U O N A Z N A M S E
bitaciones gentes de toda Nuestra ramita no ha- los tobillos. ¡Qué precio- o lo que fuese, cuidado-
clase, y cada uno se per- bía pensado nunca sobre sidad de cadenas y grille- samente envuelta en tres S U A B U E L I T A D
mitió manifestar su ad- el infinito amor del crea- tes verdes! Pero los ma- o cuatro grandes hojas, S S A H C E L F M M R
miración. Unos perma- dor por todo cuanto en el yores recogían cuidado- que la rodeaban como un
necían callados, otros mundo se mueve y vive; samente las flores ence- cucurucho, para que ni
hablaban demasiado, y nunca había reflexiona- rradas en la semilla, un hálito de aire pudiese
la rama del manzano do sobre lo mucho de aquella ligera y vaporo- darle y perjudicarla. ¡Y la
pudo darse cuenta de que bueno y de bello que pue- sa esfera de lana. Se la llevaba con un cuidado
también entre los huma- de haber en él -oculto, ponían ante la boca, y de tan amoroso! Mucho ma-
nos existen diferencias, pero no olvidado-. Pero, un soplo tenían que des- yor del que jamás se ha-
exactamente lo mismo ¿acaso no es esto tam- hacerla enteramente. bía prestado a la ramita
que entre las plantas. bién humano? Quien lo consiguiera ten- del manzano. La sacaron
«Algunas están sólo para El rayo de sol, el men- dría vestidos nuevos an- con gran precaución de
adorno, otras sirven sajero de la luz, lo sabía tes de terminar el año -lo las hojas que la envol-