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Apellido de caballo
V E R S I Ó N L I B R E D E C U E N T O D E A N T O N C H É J O V
el mundo. —¡Iván Yevseich!
¡No puedo más! —le dijo el médico—.
Por la mañana el ¿No querría venderme
general mandó llamar cinco cuartas de ave-
de nuevo al médico. na, amigo?
—¡Que me la arran- Se la compro a los
que! —decidió—. No campesinos de la al-
puedo soportarlo dea pero es muy
más… mala…
Llegó el médico y Iván Yevseich miró
arrancó la muela en- con aire estúpido al
ferma. médico, esbozó una
El dolor desapare- sonrisa extraña y, sin
ció en el acto y el ge- responder palabra,
neral recobró la cal- batió palmas y echó a
ma. correr en dirección a la
Tras cumplir con su hacienda con tanta
cometido y recibir la prisa como si le estu-
cantidad estipulada, viera persiguiendo un
el médico se sentó en perro rabioso.
su coche y se marchó. —¡Lo he encontra-
Una vez atravesada do, excelencia! —gri-
la cancela, ya en ple- tó alegremente con la
no campo, se encontró voz alterada, entran-
Al general mayor suegra. nocen hasta los perros —¿Te has acorda- con Iván Yevseich… El do como un torbellino
retirado Buldéiev le Ahora se gana la —dijo el intendente— do? —preguntó el ge- intendente estaba al en el gabinete del ge-
dolían las muelas. vida con las muelas. Si Sírvase escribir a la ciu- neral. borde del camino, mi- neral—. ¡Lo he encon-
Se enjuagó la boca a una persona le due- dad de Sarátov, exce- —No, excelencia. raba el suelo con aire trado, que Dios conce-
con vodka y coñac, le una muela, va a ver- lencia… A su señoría —¿Tal vez Rocinski? concentrado y pensa- da salud al médico!
aplicó sobre la muela lo y él la cura… Yákov Vasílich… Vasíli- ¿Caballúnov? ¿No? ba en alguna cosa. ¡Avénov! ¡El apellido
enferma ceniza de ta- A los ciudadanos de ch… A cada momento se A juzgar por los del recaudador es
baco, opio, trementi- Sarátov los recibe en su —¿Qué más? solicitaba la presencia pliegues que surcaban Avénov! ¡Avénov, ex-
na, petróleo, se untó propia casa y a los que —Vasílich… Yákov del intendente en la su frente y por la ex- celencia! ¡Mande el
la mejilla con tintura residen en otras locali- Vasílich… Y el apelli- casa. presión de sus ojos, telegrama a Avénov!
de yodo, se puso algo- dades los trata por te- do… ¡Pues se me ha —¿Yeguadóvich? — esos pensamientos —¡Toma, para ti! —
dón empapado en al- légrafo. olvidado…! Vasílich… le preguntaban—, eran fuente de ten- exclamó el general
cohol en las orejas, Envíele un despa- Diablos… ¿Cuál era su ¿Pezuñónov? ¿Potro- sión y de tormento… con desprecio ante
pero todas esas medi- cho, excelencia, dicién- apellido? Hace un mo- nóvich? —Bayonóvich… Ar- sus mismas narices—.
das se mostraron in- dole algo así: «Al sier- mento, cuando venía —No —respondía nesónov… —farfulla- ¡Ya no necesito tu
eficaces o le dieron vo del Señor, Alekséi, le para aquí, me acordé… Iván Yevseich y, levan- ba—. Riendanóvich… apellido de caballo!
náuseas. Vino el mé- duelen las muelas y so- Permítame un mo- tando los ojos al cielo, Jamelgónov… ¡Toma, para ti!
dico. licita tratamiento». Y mento… seguía pensando en
Escarbó en la mue- mande por correo el di- Iván Yevseich levan- voz alta—. Caba-
la y le recetó quinina, nero de la cura. tó los ojos al techo y llenko… Caballenkóvi-
pero tampoco eso le —¡Bobadas! ¡Char- movió los labios. Blu- ch… Potrenko… Corce-
alivió. latanería! déiev y la generala es- lenko…
A la propuesta de —Haga la prueba, peraban con impacien- —¡Papá! —grita-
arrancar la muela enfer- excelencia. Tiene de- cia. ban desde el cuarto
ma, el general respon- bilidad por el vodka, —¿Y bien? ¡Piensa los niños—. ¡Calesóvi-
dió con una negativa. no vive con su mujer más de prisa! ch! ¡Riendanenko!
Todos los habitantes de sino con una alemana. —Un momento. El general no pegó
la casa —su mujer, sus Es un deslenguado, Caballónov… Potró- ojo en toda la noche,
hijos, los criados, hasta pero puede decirse nov… Trotónov… iba de un extremo al T O R B E L L I N O T
el pinche Petka— le que hace milagros. —¿Trotonóvich? — otro de la habitación y R R S A R A T O V L R
propusieron remedios —¡Envíale recado, preguntó la generala. gemía…
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diferentes. Aliosha! —suplicó la —No. Rocinóvich… Poco después de O O E PA LA SOPA G E S S R
Entre otros, tam- generala—. Ya sé que ¡No, no es eso! ¡Lo he las 2 de la madrugada MD A M E D I C O V A
bién el intendente de no crees en conjuros, olvidado! salió de la casa y lla-
Buldéiev vino a verlo y pero yo misma me he —¿Para qué diablos mó a la ventana del A C A E E D O T D O T
le aconsejó que recu- beneficiado de sus vienes con consejos si intendente. V I L U A N S V I L R
rriera a un conjuro. efectos. se te ha olvidado el —¿No será Castra- E A C R G A T A O L E
—En nuestro distri- Aunque no tengas nombre? —se enfadó dóvich? —preguntó
to, excelencia — confianza, ¿qué pier- el general—. ¡Largo de con voz llorosa. N O I N E N L I O A C
dijo—, hace unos diez des con probar? No se aquí! —No, no es Castra- O J I S E A E F N B A
años trabajaba un re- te van a caer los ani- Iván Yevseich salió dóvich, excelencia — V Z U C R L A L A A U
caudador de impues- llos. lentamente, mientras respondió Iván Yevsei-
tos llamado Yákov Va- —Bueno, de acuer- el general, con la ch suspirando con aire I A N E E R E N S C D
sílich. do —convino Bul- mano en la mejilla, se culpable. N T N E G R L C C E A
Para conjurar el do- déiev—. Para acabar puso a recorrer las ha- —Tal vez no sea un T E L E L P P E X B D
lor de muelas no había con este tormento es- bitaciones. apellido de caballo
otro como él. toy dispuesto a enviar —¡Ay, santos del sino de algún otro ani- G E L S M A S S C E O
Se volvía hacia la un despacho no solo a cielo! —se lamenta- mal. V E I E D L U B E X R
ventana, murmuraba un recaudador de im- ba—. ¡Ay, santas ben- —Le aseguro, exce-
unas palabras, escu- puestos sino al diablo ditas! ¡No veo la luz lencia, que es un ape- T H C I E S V E Y D E
pía, y el mal desapare- en persona… ¡Ay! ¡No del día! llido de caballo… Lo
cía. puedo más! Bueno, El intendente salió recuerdo perfecta-
Tenía un poder es- ¿dónde vive tu recau- al jardín y, levantando mente.
pecial. dador? ¿Cuáles son los ojos al cielo, trató —Vaya memoria
—¿Dónde se en- sus señas? de recordar el apelli- que tienes, hermano…
cuentra ahora? El general se sentó do del recaudador. En estos momentos
—Cuando lo despi- a la mesa y tomó una Al cabo de un rato ese apellido tiene
dieron se marchó a pluma. los señores le hicieron más valor para mí que
Sarátov, a casa de su —En Saratov lo co- llamar. cualquier otra cosa en