Page 17 - Semanario-06-09-24.pmd
P. 17

El tullido fingido


              VERSIÓN LIBRE  DE  CUENTO  CLÁSICO DE GIOVANNI BOCACCIO



                                                                                                           -Señor mío, estoy pres-  -Mal nos hemos indus-
                                                                                                        to a confesaros la verdad,  triado; le hemos sacado
                                                                                                        pero haced que cada uno  de la sartén para echarlo
                                                                                                        de los que me acusan    en el fuego.
                                                                                                        diga dónde y cuándo les    Por lo que, moviéndo-
                                                                                                        he quitado la bolsa, y os  se con toda presteza, bus-
                                                                                                        diré lo que yo he hecho y  cando a su posadero, le
                                                                                                        lo que no.              contaron todo lo que les
                                                                                                           Sentenció el juez:   había sucedido; de lo que,
                                                                                                           -Que me place.       riéndose este, los llevó a
                                                                                                           Y haciendo llamar a  ver a un Sandro Agolanti
                                                                                                        unos cuantos, uno decía  que vivía en Treviso y te-
                                                                                                        que se la había quitado  nía gran influencia con el
                                                                                                        hace ocho días, el otro  señor. Y  contándole  todo
                                                                                                        que seis, el otro que cua-  por su orden, le rogó que
                                                                                                        tro, y algunos decían que  con ellos interviniera en
                                                                                                        aquel mismo día. Oyendo  las hazañas de Martellino,
                                                                                                        lo cual, Martellino dijo:  y así se hizo.
                                                                                                           -Señor mío, todos es-   Los que fueron a bus-
                                                                                                        tos mienten con toda su  carlo lo encontraron toda-
                                                                                                        boca: y de que yo digo la  vía en camisa delante del
                                                                                                        verdad os puedo dar esta  juez y todo desmayado y
                                                                                                        prueba, que nunca había  muy temeroso porque el
                                                                                                        estado en esta ciudad y  juez no quería oír nada en
                                                                                                        que no estoy en ella sino  su descargo, sino que,
                                                                                                        desde hace poco.        como por acaso tuviese
                                                                                                           Y al llegar, por mi des-  algún odio contra los flo-
                                                                                                        ventura, fui a ver a este  rentinos, estaba comple-
                                                                                                        cuerpo santo, donde me  tamente dispuesto a ha-
                                                                                                        han trasquilado todo    cerlo ahorcar y de ningu-
                                                                                                        cuanto veis.            na manera quería devol-
                                                                                                           Y que esto que digo es  verlo al señor, hasta que
                                                                                                        cierto se lo puede aclarar  fue obligado a hacerlo
                                                                                                        el oficial del señor que re-  contra su voluntad.
           Había, no hace todavía  replicó:             así todo entero llegar a  la cosa se ponía mal; y te-  gistró mi entrada, y su li-  Y cuando estuvo ante
        mucho tiempo, un tudes-    -Que no se quede por  estirarse.             miendo por sí mismos, no  bro y también mi posade-  él, y le hubo dicho todas
        co en Treviso llamado Arri-  eso, que de llegar hasta  Lo que, viéndolo la  se atrevían a ayudarlo, gri-  ro.           las cosas por su orden,
        go que servía como por-  el cuerpo santo yo encon-  gente, tan gran ruido en  tando junto con los otros  Por lo que si halláis  pidió que como suma gra-
        teador a sueldo a quien se  traré bien el modo.  alabanza de san Arrigo  que lo matasen, aunque  cierto lo que le digo, no  cia le dejase irse porque
        lo solicitaba y, a pesar de  Dijo Marchese:     hacían que un trueno no  pensando sin embargo   queráis a ejemplo de    hasta que en Florencia no
        ello, era tenido por todos  -¿Cómo?             habría podido oírse.    cómo podrían arrancarlo  esos hombres malvados  estuviese, siempre le pa-
        como hombre de santísi-    Repuso Martellino:      Había por acaso un   de manos del pueblo.    destrozarme y matarme.  recería tener la soga al
        ma y buena vida.           -Te lo diré: yo me con-  florentino cerca que cono-  Lo hubieran matado  Mientras las cosas  cuello.
           Por lo cual, fuese ver-  torsionaré como un tullido  cía muy bien a Martellino,  con toda certeza si no hu-  estaban en estos térmi-  El señor rió grande-
        dad o no, sucedió al morir  y tú por un lado y Stecchi  pero que por estar así con-  biera habido un expedien-  nos, Marchese y Stecchi,  mente de semejante aven-
        él, según afirman los tre-  por el otro, como si no pu-  torsionado cuando fue lle-  te que Marchese tomó sú-  que habían oído que el  tura y dándoles un traje por
        visanos, que a la hora de  diese andar, me llevarán  vado allí no lo había reco-  bitamente: que, estando  juez del corregidor proce-  hombre, sobrepasando la
        su muerte todas las cam-  sosteniendo, haciendo  nocido. El cual, viéndolo  allí fuera toda la guardia  día contra él sañudamen-  esperanza que los tres te-
        panas de la iglesia mayor  que me llevan allí para  enderezado, lo reconoció  de la señoría, Marchese,  te y que ya le había dado  nían de salir con bien de
        de Treviso empezaron a  que el santo me cure. No  y súbitamente empezó a  lo antes que pudo se fue  tortura, temieron mucho,  tal peligro, sanos y salvos
        sonar sin que nadie las  habrá nadie que al vernos,  reírse y a decir:  al que estaba en repre-  se dijeron:            se volvieron a su casa.-
        tocase.                 no nos haga sitio y nos    -¡Señor, haz que le  sentación del corregidor y
           Lo que, tenido por mi-  deje pasar.          duela! ¿Quién no hubiera  le dijo:
        lagro, todos decían que    A Marchese y a Stecchi  creído al verlo venir que de  -¡Piedad, por Dios!
        este Arrigo era santo; y  les gustó el truco y sin tar-  verdad fuese un lisiado?  Hay aquí algún malvado
        corriendo toda la gente de  danza, saliendo del alber-  Oyeron estas palabras  que me ha quitado la bol-
        la ciudad a la casa en que  gue, llegados los tres a un  unos trevisanos que al  sa con sus buenos cien
        yacía su cuerpo, lo lleva-  lugar solitario, Martellino  instante le preguntaron:  florines de oro; os ruego
        ron como santo a la igle-  se retorció las manos de  -¡Cómo! ¿No era este  que lo prendáis para que
        sia mayor.              tal manera, los dedos y  tullido?               pueda recuperar lo mío.
           Llevaron allí rengos,  los brazos y las piernas, y  A lo que el florentino  Súbitamente, al oír
        tullidos y ciegos y demás  además de ello la boca y  repuso:            esto, una docena de sol-
        impedidos de cualquiera  los ojos y todo el rostro,  -¡No lo quiera Dios!  dados corrieron a donde
        enfermedad o defecto,   que era cosa horrible de  Siempre ha sido tan dere-  el mísero Martellino era
        como si todos debieran  ver.                    cho como nosotros, pero  trasquilado sin tijeras y  A  I  N   A   O   S    I  V   E   R   T
        sanar al tocar aquel cuer-  No habría habido na-  sabe mejor que nadie,  abriéndose paso entre la
        po.                     die que lo hubiese visto  como habéis podido ver,  muchedumbre, todo apa-  I  N   A   S    I  C   A   S   S   A   R
           Al mismo tiempo suce-  que no hubiese pensado  hacer estas burlas de  leado y todo roto se lo qui-
        dió que a Treviso llegaron  que estaba paralítico y tu-  contorsionarse en las  taron de entre las manos  C  I  S  N  E  I  S  A  D   M   E
        tres florentinos, uno se lla-  llido.           posturas que quiere.    y lo llevaron al palacio del  A  M  A  O  S   N   R   E   E    I  S
        maba Stecchi, otro Marte-  Y sujetado de esta      Como hubieron oído   corregidor, adonde, si-
        llino y el tercero Marche-  manera entre Marchese y  esto, no necesitaron otra  guiéndole muchos que  R  Y  O  E  D   U    I  S   D   R   P
        se, hombres que yendo   Stecchi, se enderezaron  cosa: por la fuerza se  se sentían escarnecidos
        por las cortes de los se-  hacia la iglesia con as-  abrieron paso y empeza-  por él y habiendo oído que  G  N  L  G  T  I  E  R  O   U   O
        ñores divertían a la concu-  pecto lleno de piedad, pi-  ron a gritar:  había sido preso por des-  O  G   A   S    I  H   D   D   O   D   T
        rrencia distorsionándose  diendo humildemente y    -¡Tomen preso a ese  cuidero, no pareciéndoles
        e imitando a cualquiera  por amor de Dios a todos  traidor que se burla de  hallar más justo título  I  N  O  R   C   R    I  E   A   L   P
        con muecas extrañas.    los que estaban delante  Dios y de los santos, que  para traerle desgracia
           Los cuales, no ha-   de ellos que les hiciesen  no siendo tullido ha veni-  empezaron a decir todos  A  P  I  R  U  G  R   L   P   S   F
        biendo estado nunca allí,  sitio, lo que fácilmente  do aquí para escarnecer  que les había dado el ti-  E  Z  A  L  E  T  I  A   A   M   I
        se maravillaron de ver co-  obtenían.           a nuestro santo y a noso-  rón también a sus bolsas.
        rrer a todos.              En breve, respetados  tros haciéndose el tullido!  Oyendo todo lo cual, el  R  M  N  R  L  U   N   N   N   H   I
           Y oído el motivo de  por todos y todo el mundo  Y diciendo esto, le  juez del corregidor, que era
        aquello, sintieron deseos  gritando: ¡Haced sitio, ha-  echaron las manos enci-  un hombre rudo, lleván-  O  T  R  A  Q  E  A  E  C   A   R
        de ir a ver y, dejadas sus  ced sitio!, llegaron allí  ma y lo hicieron bajar de  doselo prestamente apar-  A  O  I  S  B  P  T  C  V  B  S
        cosas en un albergue, dijo  donde estaba el cuerpo de  donde estaba, y arrantrán-  te lo empezó a interrogar.
        Marchese:               san Arrigo y por algunos  dolo por los pelos y des-  Pero Martellino contes-  C  H  A  R  M   A   E   R   O   S   H
           -Queremos ir a ver   gentileshombres que es-  garrándole todos los ves-  taba bromeando, como si
        este santo, pero en cuan-  taban a su alrededor, fue  tidos empezaron a darle  nada fuese aquella prisión;  C  R  U  A  E  T  L  E  A  T  E
        to a mí, no veo cómo po-  Martellino prestamente al-  puñetazos y puntapiés, y  por lo que el juez, altera-  T  C  C  V  S  P  N  A  M  M  A
        damos llegar hasta él,  zado y puesto sobre el  no se consideraba hom-  do, haciéndolo atar con la
        porque he oído que la pla-  cuerpo para que median-  bre quien no corría a ha-  cuerda le hizo dar unos
        za está llena de tudescos  te aquello pudiera alcan-  cer lo mismo. Martellino  buenos  saltos con ánimo  ALABANZA  -  CAMPANAS  -  CORREGIDOR
        y de otra gente armada  zar la gracia de la salud.  gritaba:            de hacerle confesar lo que
        que el señor de esta tie-  Martellino, como toda   -¡Piedad, por Dios!  decían para después        VENTURA - FLORINES - GRACIA - IGLESIA
        rra, para que no haya al-  la gente estaba mirando  Y se defendía cuanto  ahorcarlo.
        boroto, hace estar allí. Y  lo que pasaba con él, co-  podía, pero no le servía de  Pero luego que se vio  IMPEDIDOS - TUDESCO - MARCHESE
        además de esto, la igle-  menzó, como quien lo sa-  nada, las patadas que le  con los pies en el suelo,
        sia, por lo que se dice,  bía hacer muy bien, a fin-  daban se multiplicaban a  preguntándole el juez si  MARTELINO - POSTURAS - SANARRIGO
        está tan llena de gente que  gir que uno de sus dedos  cada momento. Viendo lo  era verdad lo que contra
        nadie más puede entrar.  se estiraba, y luego la  cual, Stecchi y Marchese  él decían, no valiéndole  STECCHI - TRASQUILADO - TREVISO
           Martellino, entonces,  mano, y luego el brazo, y  empezaron a decirse que  decir no, respondió:
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22