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                             La familia feliz


         V E R S I Ó N  L I B R E  D E  C U E N T O  I N F A N T I L  D E  H A N S  C H R I S T I A N  A N D E R S E N



                                                                                                        taban francachelas ni bu-  cuales no volvieron ya a
                                                                                                        llicio.                 salir; se durmieron defi-
                                                                                                           Pero la madre caraco-  nitivamente.
                                                                                                        la pronunció un hermoso    La joven pareja reinó
                                                                                                        discurso; el padre no   en el bosque y tuvo una
                                                                                                        pudo hablar por causa de  numerosa descenden-
                                                                                                        la emoción.             cia; pero nadie los coció
                                                                                                           Luego les dieron en  ni los puso en una fuen-
                                                                                                        herencia todo el bosque  te  de  plata, por lo cual
                                                                                                        de lampazos y dijeron lo  dedujeron que la mansión
                                                                                                        que habían dicho siem-  señorial se había hundi-
                                                                                                        pre, que era lo mejor del  do y que en el mundo se
                                                                                                        mundo y que si vivían   había extinguido el géne-
                                                                                                        honradamente y como     ro humano; y como nadie
                                                                                                        Dios manda, y se multi-  los contradijo, la cosa de-
                                                                                                        plicaban, ellos y sus hi-  bía ser verdad.
                                                                                                        jos entrarían algún día    La lluvia caía sólo para
                                                                                                        en la casa señorial, se-  ellos sobre las hojas de
                                                                                                        rían cocidos hasta que-  lampazo con su rampata-
                                                                                                        dar negros y los pon-   plán, y el sol brillaba úni-
                                                                                                        drían en una fuente de  camente para alumbrar-
                                                                                                        plata.                  les el bosque y fueron
                                                                                                           Terminado el discur-  muy felices. Toda la fami-
                                                                                                        so, los viejos se metie-  lia fue muy feliz, de ve-
           La hoja verde más    bía otras cosas en el mun-  la suya. Salta a la vista  mos encargarlo a las hor-  ron en sus casas, de las  ras.-
        grande de nuestra tierra  do. Una, sobre todo, que  que nos han tratado me-  migas, que siempre co-
        es seguramente la del   se llamaba la «casa seño-  jor que a todos los res-  rren de un lado para otro,
        lampazo. Si te la pones  rial», donde ellos eran co-  tantes seres vivos; que so-  como si tuviesen mucho     Lampazo
        delante de la barriga, pa-  cidos y, vueltos de color  mos los reyes de la crea-  que hacer. Seguramente                  La bardana o lampa-
        rece todo un delantal, y si  negro, colocados en una  ción, en una palabra. Po-  encontrarían una mujer                zo es una planta perte-
        en tiempo lluvioso te la  fuente de plata; pero no  seemos una casa desde la  para nuestro pequeño.                    neciente a la familia de
        colocas sobre la cabeza,  tenían idea de lo que ocu-  hora en que nacemos, y  -Yo conozco a la más                     las Compuestas o  Aste-
        es casi tan útil como un  rría después.         para nuestro uso exclusi-  hermosa de todas -dijo                      raceae. Es conocida tam-
        paraguas; ya ves si es     Por otra parte, no po-  vo plantaron un bosque  una de las hormigas-,                       bién como hierba de los
        enorme.                 dían imaginarse qué im-  de lampazos. Me gusta-  pero me temo que no                           tiñosos.
           Un lampazo nunca     presión debía causar el  ría saber hasta dónde se  haya nada que hacer,                           Diversos ensayos han
        crece solo. Donde hay   ser cocido y colocado en  extiende, y qué hay ahí  pues se trata de una rei-  puesto de manifiesto propiedades antibacterianas,
        uno, seguro que hay mu-  una fuente de plata; pero  afuera.             na.                      antivirales, antialérgicas, antiinflamatorias, etc.
        chos más. Es un goce para  seguramente sería deli-  -No hay nada fuera de  -¿Y eso qué importa? -   La bardana se ha empleado desde hace miles de
        los ojos, y toda esta mag-  cioso y distinguido por  aquí -respondió el padre.  dijeron los viejos-. ¿Tie-  años en Europa y Asia tanto por sus propiedades
        nificencia es pasto de los  demás.              Mejor que esto no puede  ne una casa?            medicinales como en alimentación.
        caracoles, los grandes ca-  Ni los abejorros, ni los  haber nada, y yo no ten-  -¡Tiene un palacio! -  En Europa se considera que la droga está cons-
        racoles blancos, que en  sapos, ni la lombriz de tie-  go nada que desear.  exclamó la hormiga-, un  tituida por la raíz aunque también se utilizan las
        tiempos pasados la gente  rra, a quienes habían pre-  -Pues a mí -dijo la vie-  bellísimo palacio hormi-  hojas, mientras que en la medicina tradicional chi-
        distinguida hacía cocer en  guntado, pudieron infor-  ja- me gustaría llegarme  guero con setecientos co-  na se consideran las raíces, hojas y semillas.-
        estofado y al comérselos,  marles; ninguno había  a la casa señorial, que me  rredores.
        exclamaba: ¡Ajá, qué bien  sido cocido ni puesto en  cocieran y me pusieran  -Muchas gracias -dijo
        sabe!, persuadida de que  una fuente de plata.  en una fuente de plata.  la madre-. Nuestro hijo
        realmente era apetitoso.   Los viejos caracoles  Todos nuestros antepasa-  no va a ir a un nido de
        Pues, como digo, aque-  blancos eran los más no-  dos pasaron por ello y,  hormigas.
        llos caracoles se nutrían  bles del mundo, de eso sí  créeme, debe ser algo ex-  Si no sabéis otra cosa
        de hojas de lampazo, y  estaban seguros. El bos-  cepcional.            mejor, lo encargaremos a
        por eso se sembraba la  que estaba allí para ellos,  -Tal vez la casa esté  los mosquitos blancos,
        planta.                 y la casa señorial, para  destruida -objetó el cara-  que vuelan a mucho ma-
           Pues bien, había una  que pudieran ser cocidos  col padre-, o quizás el bos-  yor distancia, tanto si
        vieja casa solariega en la  y depositados en una  que de lampazos la ha  llueve como si hace sol, y
        que ya no se comían cara-  fuente de plata.     cubierto y los hombres no  conocen el bosque de   N   A   L   P   A    T  A   P   M   A   R
        coles.                     Vivían muy solos y fe-  pueden salir.        lampazos por dentro y
           Estos animales se ha-  lices, y como no tenían  Por lo demás, no co-  por fuera.               O   L   A   G   E    I  R   A   L   O   S
        bían extinguido, aunque  descendencia, habían   rre prisa; tú siempre te   -¡Tenemos esposa       A   U   O   O   Ñ   A   T   N   A   S   N
        no los lampazos, que cre-  adoptado un caracolito  precipitas, y el pequeño  para él! -exclamaron los
        cían en todos los caminos  ordinario al que educa-  sigue tu ejemplo. En tres  mosquitos-. A cien pasos  A  C  N  O  Z  A  P  M   A   L   O
        y bancales; una verdade-  ban como si hubiese sido  días se ha subido a lo alto  de hombre en un zarzal,  I  I  O  E  G  T  I  G  O   S   S
        ra invasión.            su propio hijo; pero el pe-  del tallo; realmente me  vive un caracolito con
           Era un auténtico bos-  queño no crecía, pues no  da vértigo cuando levan-  casa; es muy pequeñín,  C  E  A  S  A    I   I  R   E   F   O
        que de lampazos, con al-  pasaba de ser un caracol  to la cabeza para mirarlo.  pero su niña tiene la edad  N  R  S  I  R  M  T  L  A  D  I
        gún que otro manzano o  ordinario. Los viejos, par-  -No seas tan rezongón  suficiente para casarse.
        ciruelo; por lo demás,  ticularmente la madre ca-  -replicó la madre-. El chi-  Está a no más de cien pa-  E  N  D  O  R  U  O  R  I   I  R
        nadie habría podido su-  racola, creyó observar  quillo trepa con mucho  sos de hombre de aquí.   D   A   E   O   R   C   C   U   E   E   A
        poner que aquello había  que se desarrollaba, y pi-  cuidado, y estoy segura  -Muy bien, pues que  N  G   H   I   A   R   G   S   S   V   N
        sido antaño un jardín.  dió al padre que se fijara  de que aún nos dará mu-  venga -aceptaron los vie-
        Todo eran lampazos, y   también; si no podía ver-  chas alegrías; al fin y a la  jos. Él posee un bosque  E  A  R  R  R  N  O  T   I  O   I
        entre ellos vivían los dos  lo, al menos que palpara  postre, no tenemos más  de lampazos, y ella, sólo  C  S  A  A  I  A  O   J  R   D   D
        últimos y matusalémicos  la pequeña cáscara; y él  que a él en la vida. ¿Has  un zarzal.
        caracoles.              la palpó y vio que la ma-  pensado alguna vez en   Y enviaron recado a la  S  C  M    T   E    I  T   R   E   V   R
           Ni ellos mismos sabían  dre tenía razón.     encontrarle esposa? ¿No  señorita caracola. Invirtió  E  E  S  T  O    F  A   D   O   B   O
        lo viejos que eran, pero   Un día se puso a llover  crees que si nos adentrá-  ocho días en el viaje, pero
        se acordaban perfecta-  fuertemente.            semos en la selva de lam-  ahí estuvo precisamente  D  I  O   O   T   O   R   O   B   L   A
        mente de que habían sido   -Escucha el rampata-  pazos tal vez encontraría-  la distinción; por ello  D  A  S  O  T    I  U   Q   S   O M
        muchos más, que descen-  plán de la lluvia sobre los  mos a alguno de nuestra  pudo verse que pertene-
        dían de una familia oriun-  lampazos -dijo el viejo.  especie?          cía a la especie apropia-
        da de países extranjeros,  -Sí, y las gotas llegan  -Seguramente habrá  da.
        y que todo aquel bosque  hasta aquí -observó la ma-  por allí caracoles negros -  Y se celebró la boda.
        había sido plantado para  dre-. Bajan por el tallo.  aventuró el viejo-, cara-  Seis luciérnagas alumbra-
        ellos y los suyos.      Verás cómo esto se moja.  coles negros sin cáscara.  ron lo mejor que supie-
           Nunca habían salido  Suerte que tenemos      Pero, ¡son tan ordina-  ron; por lo demás, todo
        de sus lindes, pero no ig-  nuestra buena casa y que  rios!, y sin embargo son  discurrió sin alboroto,
        noraban que más allá ha-  el pequeño tiene también  orgullosos. Pero podría-  pues los viejos no sopor-
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