Page 17 - Semanario-07-03-25.pmd
P. 17

En un gallinero no cantan dos gallos


           VERSIÓN LIBRE BASADA EN CUENTO INFANTIL DE MARGARITA SCHULTZ













                                                                                                                           Los amigos que tienes
                                                                                                              y cuya amistad ya has puesto
                                                                                                            a prueba engánchalos a tu alma
                                                                                                                  con ganchos de acero.

                                                                                                                  William Shakespeare




                                                                                                                      No hay encanto
                                                                                                                 que se pueda comparar
                                                                                                                 a la ternura del corazón.

                                                                                                                        Jane Austen


                                                                                                           Piopio era ya un ga-  buena persona. Solo
           Érase una vez un     que hasta el techo de   gallinero, un poco         Y fue a investigar el  llo hecho y derecho.  le bastó ver que Kiki-
        gallinero muy concu-    chapas del gallinero    avergonzado porque      misterioso eco. Al cos-  Por prudencia, nunca   rico no iba a poder
        rrido que siempre       vibraba con su canto.   la voz no le salía muy  tado de una de las pa-  más hizo eco del can-   contestar. No había lu-
        tuvo un gallo cantor de    A esa hora había en  clara.                  redes, donde se apo-    to de Kikirico pero     gar para que cantaran
        los que no tienen pa-   el suelo muchos fru-       –Ki-ke-re-ka, –can-  yaban las varas para el  pensó que había lle-   dos gallos en el poste
        rangón.                 tos del arándano cuya   taba Piopio en un rin-  descanso nocturno de    gado su tiempo de rei-  de madera.
           Pero algunos pe-     copa frondosa cruzaba   cón del gallinero.      las gallinas, erguido   nar en el gallinero. Al    Allí, esa vez, y por
        queños pollitos fue-    por encima de la tapia     Trataba de que na-   sobre un cajón de       oír ese tembleque       vez primera, Piopio,
        ron creciendo, entre    y daba sombra a galli-  die lo escuchara en     manzanas, encontró a    canto de Kikirico subió  como nuevo rey del ga-
        ellos Piopio que se     nas y pollos a la hora  sus repeticiones hasta  Piopio. El gallito jo-  al poste y al hacerlo   llinero emitió su canto
        fue haciendo mozo       del calor. Los frutos del  el momento en que se  ven, sin haberlo ad-   dio un empujón a Ki-    para despertar al sol, a
        poco a poco. Era ya un  guindo más lejano       sintiera seguro de la   vertido, estaba emi-    kirico con una de sus   la naturaleza, a las ga-
        gallito simpático, de   eran siempre una ilu-   belleza de su canto.    tiendo sus cada vez     alas. No devolvió el pi-  llinas de su gallinero, a
        buen humor, de plu-     sión no satisfecha; ha-    El segundo paso fue  mejores ki-ke-re-ke,    cotazo que había reci-  la gente del pueblo y a
        mas coloridas en la     bía que conformarse     subir al poste de Kiki-  ki-ke-ri-ki… y final-  bido en la cabeza tiem-  alguna cabra todavía
        cola y, para ser tan jo-  con el aroma.         rico.                   mente ese correcto y    po atrás porque era     dormida en el corral.-
        ven, con una cresta        –Al que madruga         Piopio tenía claro   sonoro ki-ki-ri-ki que
        roja bastante bien for-  Dios lo ayuda –pensa-  que eso no se debía     Kikirico había tomado
        mada. Había dejado      ba Kikirico mientras    hacer así como así. No  por un eco de su pro-
        atrás la etapa de pi-   comía picoteando en     porque sus alas no      pia voz.
        chón que no perdía de   el suelo las primicias  fueran fuertes como        Kikirico trepó al ca-
        vista a su mamá.        de arándano antes que   para ayudarlo a ele-    jón de manzanas y de
           En el gallinero rei-  llegara la tropa de ga-  varse y pararse en el  un solo picotazo sobre
        naba un gallo grande    llinas, polluelos y po-  tope sino porque Pio-  la cabeza de Piopio lo
        como dueño y señor      llos mozos a disputar-  pio sabía en su cora-   dejó medio muerto,
        de las gallinas y los   se el resto.            zón que ese era un lu-  de modo que Piopio
        pollos. Había allí, jun-   ¡Qué feliz se sentía  gar prohibido. Era el  cayó al suelo y allí que-
        to a la puerta de la en-  Kikirico con su posi-  punto más alto del ga-  dó estirado.             L   N   O   N   A   D   N    A   R   A H
        trada, un poste de ma-  ción dominante sobre    llinero, donde Kikiri-     Y, para ponerle la     OO      Z   A   T   O   C    I   P   E  R
        dera enterrado, ya na-  el poste, con sus galli-  co, el rey, se paraba a  firma a lo hecho, des-
        die sabía para qué.     nas, el alimento y el   despertar el día con    de el cajón de manza-     E   D   K   A   O   D   N    I   U   G E
        Pero Kikirico, el rey del  agua fresca que les  un canto como de cla-   nas, aunque no era su     S   C   O   I   T   D   U    Q   E   O G
        gallinero (majestuo-    ponía la pequeña San-   rín.                    lugar acostumbrado
        so, como su nombre      dra muy temprano           Una madrugada,       de canto, Kikirico lan-   R   A   X   D   K   S    E   N   R   I O
        indica), solía subirse al  cada día! El aire maña-  según su costumbre,  zó un tremendo ¡¡¡¡ki-   E   N   S   C   A   L    E   E   K   D C
        poste. Le había dado    nero traía el olor de los  Kikirico subió aletean-  ki-ri-ki!!!! Fue para
        un uso exclusivo: allí  surcos labrados.        do al poste y lanzó al  que no quedaran du-       C   O   O   O   B   T   N    R   N   A   I
        cacareaba a la madru-      Pero, según dicen,   aire su sonoro ¡ki-ki-ri-  das de quién cantaba   E   J   V   M   D    I   R   A   C   R   J
        gada, cumpliendo su     no hay tranquilidad     ki! De inmediato que-   en ese gallinero.
        función de despertar    duradera. Y la vida     dó sorprendido: por        Pero el tiempo         N   O   E   I   L   N    E   A   M   D A
        al sol, a la naturaleza,  placentera de Kikirico  primera vez en su vida  pasó y las cosas cam-   A   T   N   L   S   P   O    Q   P   N R
        al gallinero y a la gen-  un día comenzó a des-  de rey del gallinero   biaron. Piopio se había
        te de la aldea cercana.  vanecerse. ¿Qué fue    escuchó un eco de su    repuesto del picotazo     V   A   A   A   O   U    I   R   U   A S
           Parado en lo alto    lo que pasó?            voz. Volvió a cantar    con los cuidados que      S   G   O   R   P    I   L   O   F   S E
        del poste ante todo        Kikirico comenzó a   más fuerte, -¡¡¡ki-ki-  le brindó la niña San-
        sacudía las alas para   hacerse viejo y su gar-  ri-ki!!! Y otra vez el  dra y siguió creciendo,  E   O   T   R   K    I   K   C   P   F M
        acomodar sus plumas     ganta se iba estro-     eco… ¿qué podía ser     aunque su cresta que-     D   S   A   R   E   D   A    M   X   I  F
        después del sueño       peando. A la vez, Pio-  eso?                    dó un poco chueca
        nocturno. Después       pio se fue haciendo        Bajó del poste de    para siempre.             E   O   C   I   R    I   K   I   K   E O
        movía la cabeza mi-     mayor. Cada vez más     un solo salto cayendo      Entre tanto, Kikiri-
        rando de derecha a iz-  grande y lustroso,      sin problemas sobre     co envejecía más y
        quierda para regoci-    cada vez más seguro     sus dos patas al tiem-  más. Una mañana a las
        jarse con el tamaño de  de sí mismo,  Piopio    po que levantaba un     5, como solía hacer,
        su cresta y finalmente,  comenzó a ensayar sus  poco las alas frondo-   Kikirico subió a duras
        torciendo levemente     cacareos. Al principio  sas para moderar la     penas a su poste y
        el cuello, soltaba un   lo hacía con timidez en  caída, como solía ha-  emitió un desarmado
        ki-ki-ri-ki tan potente  un rincón apartado del  cer.                   ki-kih—-rih—-keh…
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22