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                       P O R   E S O P O

           Érase una vez un     retumbó a sus espal-
        joven ciervo que vivía  das. Sin echar la vista
        plácidamente en lo      atrás, empezó a co-
        más profundo de un      rrer hacia la llanura
        frondoso bosque. La     como alma que lleva
        historia cuenta que     el diablo.
        una tarde de muchísi-      Gracias a que do-
        mo calor, comió unos    minaba a la perfec-
        cuantos brotes tiernos  ción la carrera en cam-
        que había en un ar-     po abierto y a que sus
        busto y después salió   patas eran largas y
        a dar un paseo.         ágiles, consiguió sa-
           El sol achicharraba  car una gran ventaja
        sin compasión y de      al felino. Cuando es-
        pronto se sintió ago-   tuvo lo suficientemen-
        biado por la sed. Olfa-  te lejos, se metió de
        teó un poco el aire     nuevo en el bosque a
        para localizar el ma-   toda velocidad.
        nantial más cercano y      ¡Qué gran error co-
        se fue hasta él cami-   metió el cérvido! La
        nando despacito. Una    que parecía una zona
        vez allí, bebió agua    segura se convirtió en
        fresca a grandes sor-   una gran trampa para
        bos.                    él ¿Sabes por qué?
           –¡Qué delicia! ¡No   Pues porque sin darse
        hay nada mejor que      cuenta pasó bajo una
        meter el hocico en el   arboleda muy densa y
        agüita fría los días de  su enorme cornamen-
        verano!                 ta se quedó prendida    do, su pensamiento      das pero que son fan-
           Cuando terminó de    en las ramas más ba-    era muy diferente.      tásticas y merece la
        refrescarse cayó en la  jas.                       – ¡Qué equivocado    pena conocer.
        cuenta de que el agua      Angustiado, co-      estaba! Me quejaba de      En la vida hay que
        transparente del ma-    menzó a moverse         mis patas larguiru-     evitar caer en la tram-
        nantial le devolvía su  como un loco para       chas y flacas pero gra-  pa de valorar a las
        propia imagen. Por lo   poder desenganchar-     cias a ellas pude sal-  cosas o a las personas
        general solía beber en  se. Su intuición le de-  var el pellejo; en cam-  por el aspecto, ya que
        pequeños charcos no     cía que el león no an-  bio, mi preciosa cor-   como has visto en este
        demasiado limpios,      daba muy lejos y su     namenta, de la que      cuento, las aparien-
        así que nunca había     desesperación fue       tan orgulloso me sen-   cias pueden engañar.
        tenido la oportunidad   yendo en aumento.       tía, casi me lleva a la
        de contemplar su fi-       –¡Oh, no puede       muerte.
        gura con claridad.      ser! ¡O consigo sol-       Entonces, con hu-                 Del autor ESOPO
           ¡La sensación de     tarme o no tengo sal-   mildad, admitió algo
        verse reflejado en ese  vación!                 que jamás había teni-       (620 A.C.-560 A.C.) Esopo nació en Amerium,
        gran espejo le encan-      No se equivocaba     do en cuenta.             una localidad cercana a Frigia (Asia Menor), sobre el
        tó! Se miró detenida-   en absoluto: por su        – Hoy he aprendi-      año 620 A. C. Vivió como esclavo del filósofo Janto y
        mente desde todos los   derecha, el león se     do una gran lección:      posteriormente de Jadmon hasta que consiguió su
        ángulos posibles y      aproximaba sin con-     en la vida, muchas        libertad, comenzando su faceta de fabulista con la
        sonrió con satisfac-    templaciones. Pensó     veces valoramos las       ayuda del rey de Lidia, Creso, quien le cobijó en su
        ción. Como la mayo-     que tenía una única     cosas menos impor-        dominio y con quien trabajó en diferentes misiones
        ría de los venados, era  oportunidad y tenía    tantes. A partir de       diplomáticas. Cuando estaba realizando una de ellas,
        un animal muy her-      que aprovecharla.       hoy, no me dejaré en-     transportando oro para distribuirlo entre los ciudada-
        moso, de suave pela-       –¡Ahora o nunca!     gañar por las aparien-    nos de Delfos, fue asesinado.
        je pardo y cuello esti-    Aspiró profunda-     cias.                       Sus escritos generalmente utilizan animales con  Esopo. Retrato de Diego Ve-
        lizado.                 mente e hizo un mo-                               características psicológicas humanas, a través de la  lázquez (1599 Sevilla -1660
           –¡La verdad es que   vimiento fuerte y seco     Moraleja. A veces      sátira y la crítica a las normas morales representó la  Madrid). Óleo sobre lienzo,
        soy bastante más gua-   con la cabeza. Se po-   entregamos nuestro        ética de los personajes y la colectividad de su tiempo, 179x94 cm, hacia 1638. Mu-
        po de lo que pensaba!   día haber roto el cue-  corazón a personas        exponiendo a la mayoría de los estamentos políticos  seo del Prado. Sala 015.
        ¡Y qué astas tan in-    llo del tirón, pero por  que nos deslumbran       y sociales, en especial a Pisístrato, tirano de Atenas.
        creíbles tengo! Sin     suerte, el plan funcio-  pero que a la hora de      Sobre la difusión en su tiempo y en el correr de los siglos de las fábulas, se
        duda es la cornamen-    nó: las ramas se par-   la verdad no son tan      pueden escribir libros, así como de quienes siguieron su estilo.
        ta más bella que hay    tieron y quedó libre.   geniales y nos fallan;      Las fábulas de Esopo fueron recopiladas en la Edad Media por el monje
        por los alrededores.       –¡Lo conseguí! ¡Lo   al contrario, sucede      Planudes Maximuses y sus legaciones morales permanecen vigentes a pesar del
           El ciervo, presumi-  conseguí! ¡Ahora ten-   que a veces ignora-       paso del tiempo, influyendo a Babrio, Fedro, Jean de La Fontaine, Félix María
        do, observó su cabe-    go que largarme de      mos a otras que pa-       Samaniego, Tomás de Iriarte o Gotthold Ephraim Lessing.
        za durante buen rato;   este bosque como        san más desapercibi-
        después se inclinó un   sea!
        poco y posó la mirada      Corrió de nuevo ha-
        sobre el reflejo de sus  cia la llanura, donde
        patas, debiluchas y     no había árboles y
        finas como cuatro jun-  esta vez sí, se perdió
        cos sobre un arroyo.    en la lejanía. Cuando
        Un tanto decepciona-    el león salió del bos-
        do, suspiró.            que y apareció en el
           –Con lo grande y     claro, el único rastro       Había una vez un hombre tan pequeño que
        poderosa que es mi      que quedaba del cier-     se subió encima de una bolita, ¿sabes qué dijo?          El roer es mi trabajo,
        cornamenta ¿cómo es     vo era el polvo blan-        ¡El mundo es mío!                                     el queso mi aperitivo
        posible que mis zan-    quecino levantado du-                                                      y el gato ha sido siempre
        cas sean tan escuáli-   rante la huida. El león
        das? Parece que se      gruñó y regresó junto        El profesor le pregunta a Esteban:            mi más temido enemigo.
        van a romper de un      a la manada.                 - Dime una palabra que empiece con D.         ¿Quién soy?
        momento a otro de lo       Mientras, el ciervo,      - ¡Ayer!                                                                             EL RATON
        largas y delgadas que   muy lejos de allí, se        - Ayer no empieza por D.
        son ¡Ay, si pudiera     sentía muy feliz. ¡Se
        cambiarlas por las      había salvado por los        - ¿Cómo que no? Ayer era domingo.                                       LA ABEJA
        gordas y robustas pa-   pelos! Jadeando y
        tas de un león!         muerto de sed, buscó         Le pregunta la profesora a Benicio:           Aunque no soy florista,
           Estaba tan fascina-  otro manantial de            - ¿Con qué mató David a Goliat?
        do mirando su cuerpo    aguas frescas y lo en-                                                     trabajo con flores y
        que no se dio cuenta    contró. Cuando termi-        - Con una moto.                               el hombre disfruta
        de que un león lo vigi-  nó de beber, se quedó       - ¿Seguro, Benicio? Recapacita, ¿no será con
        laba escondido entre    mirando su cara y su      una honda?                                       el fruto de mis labores.
        la maleza hasta que     cuerpo, pero ahora,          - ¡Ah! ¿Había que decir la marca también?     ¿Quién soy?
        un espantoso rugido     después de lo sucedi-
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