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El abeto
VERSIÓN LIBRE DE CUENTO INFANTIL DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN
ro, donde no llegaba estado bailando en
luz alguna. torno al abeto y que
-¿Qué significará tanto lo habían admi-
esto? -se preguntaba rado. Uno de ellos se
el árbol. le acercó corriendo y
Se mantuvo contra le arrancó la estrella
la pared y pensó y dorada.
pensó. Y tuvo mucho -¡Miren lo que hay
tiempo, porque pasa- todavía en este abeto,
ron días y noches. No tan feo y viejo! -excla-
subía nadie y cuando mó.
por fin vino alguien, El árbol sintió ha-
fue para poner unas ber dejado el oscuro
grandes cajas en un rincón del desván. Re-
rincón. cordó su juventud en
El árbol estaba muy el bosque, la alegre
escondido, se diría Nochebuena.
que había sido olvida- -¡Todo pasó, todo
do por completo. pasó! -se decía el po-
¿Pero cuándo iba a bre abeto-. ¿Por qué
volver a salir? Ocurrió no supe gozar cuando
una mañana que vino era tiempo? Ahora
gente y revolvió en el todo ha terminado.
desván. Todo sucedía Vino el criado, y con
muy rápidamente. un hacha cortó el árbol
-¡Ahora a vivir!-, a pedazos, formando
pensó éste alboroza- con ellos un montón
do, y extendió sus ra- de leña que pronto ar-
Había una vez un tados? gente decía: -¡Qué ár- alrededor con sus bo- mas. Pero, ¡ay!, esta- dió con clara llama
bosque en el que cre- -Sí -dijo la cigüeña. bol más hermoso! nitos juguetes. ban secas y amarillas. bajo el gran caldero.
cía un joven abeto. A He encontrado mu- Y en Navidad fue el -¡Un cuento, un En el patio jugaban El abeto suspiraba
su alrededor había chos barcos nuevos primero que cortaron. cuento! -gritaron los algunos de aquellos profundamente. Y así
otros árboles más año- cuando volaba a Egip- El hacha se hincó hon- niños, empujando a alegres niños que por hasta que estuvo del
sos. Pero el pequeño to. Tenían magníficos do en la madera. El ár- un hombrecillo obeso Nochebuena habían todo consumido.-
abeto tenía mucha pri- mástiles; yo diría que bol cayó a tierra con un hacia el árbol. Se sen-
sa por crecer, así que eran ellos, olían a abe- gemido. Sintió un pe- tó bajo él. El abeto, también llamado El pino o El árbol
no atendía a toda la to. sar, un desmayo, y Y el hombre gordo de Navidad, tituló este cuento publicado en las
belleza que había a su -¡Ah, si yo fuese lo dejó de tener pensa- contó el cuento de Te- vísperas de Navidad de 1844.
alrededor ni hacía suficientemente gran- mientos felices. El ár- rrón Coscorrón, que
caso a los niños que le de para volar sobre el bol no volvió en sí has- cayó por la escalera y
decían cosas bonitas. mar! ta que en el patio, sin embargo, se sentó
-¡Ah, si fuera gran- -Goza de tu juven- descargado con los en el trono y se casó
de como los otros ár- tud -le recomendaron otros árboles, oyó de- con la princesa. Y los
boles! -suspiraba el los rayos del sol. Y el cir a un hombre: niños aplaudieron y
arbolito-. Los pájaros viento besó el árbol y -¡Es espléndido! gritaron.
anidarían en mis ra- derramó lágrimas so- Elegimos éste. El abeto permane-
mas y cuando soplase bre él, pero el abeto Después aparecie- cía muy quieto y pen-
el viento movería mi no entendía. ron unos criados y lle- sativo: nunca los pája-
copa con tanta solem- Cuando se aproxi- varon el abeto a un ros del bosque habían
nidad como ellos. maba la Navidad fue- hermoso salón. contado cosas pareci-
No disfrutaba con ron cortados muchos -¡Esta noche estará das. A I P S E O H S C B C
los rayos del sol ni con árboles jóvenes, pre- deslumbrante! -de- -Terrón Coscorrón Y H E D L Ñ T O L C D
los pájaros ni con las cisamente los más cían. cayó por la escalera y AO E A S O C R A B S
nubes rojas que al hermosos, y colocados -¡Oh -pensó el ár- sin embargo, se casó
amanecer y en el oca- en los carros y los ca- bol-, ojalá fuese ya de con la princesa. ¡Sí, sí, AN N G M T F A N E L
so del día circulaban ballos los sacaban del noche y las luces estu- así pasa en el mundo! E L O O R O S A S G L
sobre él. bosque. vieran encendidas! -pensó el abeto, con- GS S R R I V A O A I
-Oh, crecer, crecer, -¿A dónde irán? -se Por fin encendie- vencido de que era
hacerse grande y vie- preguntaba el abeto. ron las velas. verdad lo que aquel I A S U R S G O U L S
jo es el único placer de -¡Nosotros lo sabe- Qué brillo, qué res- caballero tan fino ha- P D C P E E O T S O P
este mundo-, pensaba mos! -piaron los go- plandor. El árbol tem- bía contado-. ¡Vaya, T S S D T A T E O E Ñ
el árbol. rriones-. ¡Oh!, les es- blaba con todas sus ra- quién sabe, quizá me OS E A C L N B D O O
En otoño llegaban pera el esplendor y la mas, tanto que una de caiga yo también por
siempre los leñadores gloria mayores que las velas prendió fue- la escalera y me case E I O L L O E A I R T
y cortaban algunos de pueda imaginarse. go a una de ellas. ¡Uf, con una princesa!. T R O S I E I M J E O
los árboles más gran- -¿Me tocará ir por lo que dolía! -Mañana no tem- N I A R U T V A U D C
des. Pasaba cada año este deslumbrante ca- -¡Dios mío! -grita- blaré -pensó. Y perma-
y el joven abeto, que mino? -se regocijaba ron las señoritas, y lo neció en silencio y A S R S A R S N R L B
ya había crecido mu- el árbol-. ¡Es mejor aún apagaron con rapidez. pensativo toda la no- RO R S O R R A C A O
cho, se estremecía al que cruzar el mar! Entonces el árbol ya che. GH A C H A R G M C C
verlos porque los gran- -Disfrútame -le di- no se atrevió a mover Por la mañana en-
des, espléndidos ár- jeron el aire y el sol-. una hoja. Las velas se traron el criado y la
boles, caían a tierra ¡Alégrate con tu fres- gastaron hasta llegar a criada.
con un estrepitoso ca juventud al aire li- las ramas y las apaga- -Ahora -pensó el
crujido. bre! ron cuando se consu- árbol-, comenzarán a
En primavera, le Pero no gozaba de mieron, y entonces los adornarme de nuevo.
preguntó a la golon- nada; crecía y crecía, niños obtuvieron per- Pero lo arrastraron
drina y a la cigüeña: invierno y verano se miso para despojar al y lo metieron en el
-¿Saben a dónde mantenía verde, verde árbol. desván y allí lo deja-
llevan los árboles cor- oscuro. Al verlo, la Los niños bailaron ron, en un rincón oscu-