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El hombre de jengibre
VERSIÓN LIBRE DE CUENTO INFANTIL INGLÉS DE FINES DEL SIGLO XIX
palabras del zorro, jengibre por parte del
que parecía muy ama- cerdo, del cordero, del
ble. Le hizo caso en- pato y de la anciana,
tonces y se subió a su ella regresó a su casa
cabeza. para descansar y allí
Apenas subió, con horneó un rico pastel
un movimiento muy de jengibre para repo-
rápido el zorro lanzó al ner fuerzas y sin vol-
hombre de jengibre al verse a arriesgar, pues
aire y lo atrapó con sus tanto correr le había
afilados dientes, dis- hecho tener aún más
frutando tras un cruji- hambre de la que ya
do de su deliciosa y tenía. ¡Quién quiere
dulce presa. galletas con brazos y
Finalizada la bús- piernas con tanta ham-
queda del hombre de bre!
La memoria es la
inteligencia de los tontos.
Albert Einstein
Érase una vez, en lo de jengibre había co- Más adelante, ya perseguidores por ser
alto de una colina ro- brado vida! Por lo que en el bosque, el hom- más rápido y ágil que
deada de bosques, rápidamente saltó del bre de jengibre se ellos. Sin embargo, al
arroyos y huertas, una horno y salió corrien- topó con un cordero llegar al río el hombre-
mujer muy mayor que do hacia el exterior de que pastaba tranquila- cillo se encontró con Lograrás más con
vivía en una casita an- la casa, gritando a la mente y que al ver al un ser mucho más as- actos de misericordia
tigua. Aquella anciana pobre señora: hombrecillo correr y tuto que todos los de-
disfrutaba de hornear —¡Podrás correr, percibir su dulce olor, más, un zorro, y al ver- que con actos de represión.
preparaciones, como podrás saltar…pero no dijo: lo lo desafió. Nelson Mandela
galletas y pasteles, me vas a atrapar! ¡Soy —¡Bee, bee! ¡Para, —He huido de una
pues era muy buena el hombre de jengi- hombre de jengibre, anciana, de un cerdo,
cocinera. bre! que te voy a comer! de un pato y de un cor-
Una Navidad deci- La mujer intentó Pero el hombre de dero, por lo que tú tam-
dió elaborar algo espe- seguirlo pero el hom- jengibre tampoco se poco podrás alcanzar-
cial: una deliciosa ga- brecillo era mucho detuvo en esta oca- me. ¡Corre, corre, como
lleta en forma de hom- más ágil y rápido, por sión, continuando ve- hicieron los demás,
brecillo de jengibre. lo que aquella extraña loz su huida. Y aunque pues no podrás atrapar-
De este modo dio for- galleta continuó su ca- el cordero siguió sal- me jamás! ¡Soy el hom-
ma a la masa con cari- mino hasta toparse tando y saltando de- bre de jengibre!
ño, moldeó cabeza, con un pato que, al trás de él, el hombre Entonces el zorro,
cuerpo, brazos y pier- olerle, exclamó: de jengibre se mantu- con una sonrisa pícara
nas. Después agregó —¡Cua, cua! ¡Huele vo a salvo y lo suficien- en su rostro, propuso A I P S E O H S C B C
uvas pasas para los delicioso, huele muy temente lejos como ayudar al hombrecillo
ojos y la boca, y dispu- sabroso, quiero comer- para escapar. a cruzar el río, y éste, Y H E A M O R A L C D
so una fila de esas lo, quiero comerlo! Y así fue cómo ni la apremiado por la ne- A O E L O C A R A C S
mismas uvas en el tor- Sin detenerse, el viejecita, ni el pato, ni cesidad de cruzar el río A N N G M T O A S A L
so para que simularan hombre de jengibre el cerdo, ni el corde- lo más rápido posible
botones. Finalmente, continuó su veloz ca- ro, pudieron atrapar al aceptó, subió ensegui- O S O Y O R R A E T L
colocó un caramelo en rrera y aunque el pato hombre de jengibre, da al lomo del zorro, E T S R A I E A T E I
forma de nariz y lo empezó a perseguirlo, hasta que se topó con que cruzó rápidamen- R T A U R S D E N L S
puso todo en el horno. el hombrecito pudo un nuevo obstáculo en te hacia la otra orilla.
Al poco rato la co- escapar con facilidad. el camino, a su frente —¡Ja, ja! ¡No pue- A D N P A E R T E L P
cina se llenó de un Sin embargo, poco corría el rio. den alcanzar a alguien P S S E C B O E I A Ñ
aroma dulce casi in- después, al cruzar —¡Ven aquí! —gri- como yo! ¡Son lentos A O E A I O C B D G O
descriptible… ¡aquella unas huertas, el hom- tó la viejecita que de como un caracol! —se-
ancianita sin duda sa- bre de jengibre se en- nuevo había aparecido guía gritando el hom- R D A G P J R I I R T
bía cocinar! Y mientras contró con un cerdo en su camino. bre de jengibre a la T R N S I E U R J E O
esperaba, y de solo que cortaba paja y que —¡Cuá, cuá! — anciana, al pato, al cer- A E A R U H V R O D C
pensar en el sabroso al percibir su delicio- graznó el pato, que do y al cordero.
hombrecillo de jengi- so olor gritó: también apareció. —¡Tienes razón! J C C O N R O H C Z B
bre que habría queda- —¡Detente, hom- —¡Oink! ¡Oink! — ¡Eres un valiente! — R O N A N A I C N A O
do, a la mujer se le bre de jengibre! ¡De- exclamó el cerdo, que exclamó el zorro y G H A C H A R G M C C
hacía la boca agua. tente, detente, de- se encontraba cerca y peguntó a continua-
Más tarde, cuando tente, porque quiero hambriento. ción: ¿Por qué no su-
el hombre de jengibre comerte! —¡Bee! ¡bee! — bes a mi cabeza para
estuvo dorado y cru- Sin hacer caso de baló el cordero, acer- que puedas burlarte
jiente, la anciana abrió las palabras del cerdo, cándose a todos ellos. mejor de aquellos a
la puerta del horno el hombre de jengibre Entre todos habían los que dejas atrás?
con cuidado para no corrió más rápido para conseguido alcanzar El hombre de jengi-
quemarse. librarse de los mordis- finalmente al hombre bre, que se sentía in-
Pero, para su sor- cos con los que el cer- de jengibre que aun vencible, no encontró
presa, ¡el hombrecito do quería atacarlo. así se burlaba de sus peligro alguno en las