A 52 años del Golpe de Estado, Memoria, Verdad y Justicia – Columnista invitado Juan Pablo Roselli.
Con el pretexto de la reconstrucción nacional, de la corrupción del sistema político y de los políticos, y de la lucha contra la «subversión» que ya se encontraba desarticulada, militarmente aniquilada con sus dirigentes presos, un grupo de militares con cómplices civiles, arrebataron el poder para usufructuarlo a sus anchas. Mandos de las Fuerzas Armadas, instituciones al servicio del país y de su democracia, decidieron ponerse por encima de su pueblo para concretar los designios de potencias extranjeras, contra los intereses de los habitantes de nuestra patria.
Persiguieron cualquier atisbo de resistencia, privaron ilegítimamente de su libertad y de sus empleos a miles de uruguayos, secuestraron, mataron y desaparecieron, robaron niños recién nacidos. Prohibieron los sindicatos y cualquier forma de organización de la sociedad que pudiera frenar el proceso de transferencia de recursos de los sectores asalariados hacia la nueva clase dominante, la vieja oligarquía de los dueños de las empresas y de las grandes extensiones de tierra, a la que ahora se sumaban «los nuevos ricos» que gestionaron el Estado o que obtuvieron prebendas de los nuevos mandatarios.
Casi 12 años después devolvieron el poder y el derecho a voto a sus legítimos dueños, el pueblo ciudadano uruguayo, más empobrecido pero más sabio y con mayor conciencia política y moral, no sin dejar las condiciones económicas del país en ruinas, endeudado, con deuda externa del Estado y deuda interna de los particulares, con el salario más deprimido de su historia, con elevada desocupación, y no sin que muchos de los principales personeros terminaran ricos, con negocios o empresas lucrativas, campos y demás beneficios.